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Hugo Martínez (39), francés, hijo de padre andaluz, llegó a la Argentina en el año 2006 desde su ciudad natal Saint Étienne y desde el 2008 vive en Carmen de Patagones, cerca de Viedma. Lo envuelve un aspecto extraño, una trompa de elefante.
Inicialmente, su visita al país tuvo como objetivo viajar de La Quiaca a Ushuaia, a dedo, pero se radicó dos años en Comodoro Rivadavia y poco después llegó a Carmen de Patagones, donde se casó con Laura y también tiene un hijo.
Desde entonces, conocido como “el pibe del acordeón”, se paró en las esquinas a tocar el instrumento. Pero, desde hace poco tiempo ya no puede hacerlo porque está afectado por una enfermedad en los huesos.
“Hace dos años comencé con un fuerte dolor en la cintura y después la ciática me agarró mal”, remarca Hugo en inconfundible tono francés.
Por eso, quien toca el acordeón desde hace 15 años ahora tiene que vender cd’s con las grabaciones de 17 temas, que integran el volúmen dos con reconocidas canciones.
En momentos en que Hugo (en realidad su nombre verdadero es Ugo) conversaba con masrionegro se acercó Dina, profesora viedmense de francés y entabló un fluido diálogo con el músico de la calle, que ofrece en venta sus grabaciones con el fondo musical de un aparato, no de su propio instrumento, como acostumbraba.
“Había una vez un viajero que andaba por caminos distintos en busca de gente distinta, que supiera enamorarse de sus melodías. Un extraño instrumento, simple, limitado pero mágico lo acompañaba, le regalaba sorpresas, historias, le daba de comer, beber y dormir y le dio el encuentro con el amor”, dice la carta de presentación escrita por Laura, su mujer, ante lo que se entiende como una pasajera despedida de su querido acordeón.
Por eso, se lo escucha a Hugo o Ugo hablar con melancolía, como algunos de los temas franceses que ejecuta con su recordado y amado acordeón.
