En coincidencia con la pena solicitada por el fiscal jefe Andrés Nelli de ocho años de prisión, los jueces Fernando Sánchez Freytes, Laura Pérez y Natalia González condenaron este martes al cura Juan José Urrutia, como autor de los delitos de “abuso sexual con acceso carnal por aprovechamiento de la inmadurez sexual de la víctima y agravada por su condición de ministro de un culto religioso reconocido”.
El hecho que se tuvo por acreditado ocurrió en Allen, en el año 2010, sin haberse podido precisar la fecha exacta, en el interior de una de las habitaciones de la casa parroquial Santa Catalina, cuando el imputado, “en su condición de presbítero, confesor y asesor espiritual” del niño víctima, valiéndose de la presencia autorizada del menor en el lugar, abusó sexualmente de él luego de haberle convidado cerveza.
“Los abusos fueron cometidos aprovechándose de su condición pastoral y de la inmadurez sexual de la víctima, razones todas por las que ésta no pudo consentir libremente la acción”, dijo Nelli en sus alegatos, cuestión retomada por el Tribunal en la sentencia.
Para fijar la pena se valoró como agravantes “su edad, su educación, el lugar (parroquia), la hora (madrugada/noche), el haber convidado alcohol al menor de edad de manera previa para ejecutar el delito”.
El joven víctima radicó la denuncia penal tras alcanzar la mayoría de edad. Previo a eso el sacerdote ya había sido “suspendido del ejercicio ministerial público en la Diócesis” en virtud de una sanción canónica derivada de otro hecho “por la realización de actos impúdicos consentidos”, según se acreditó en el juicio con la declaración testimonial que brindó por escrito el obispo Marcelo Cuenca.
Entre las pruebas ofrecidas por la Fiscalía y valoradas por el Tribunal están los informes psicológicos que sostienen la credibilidad del testimonio de la víctima y el informe de la Oficina de Atención a la Víctima (OFAVI), que resaltó la “necesidad de justicia para que esto no le pase a otros chicos” expresada por el chico.
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