El ex boxeador Néstor Monge corre, corre y corre por calles de Viedma, pero no lo hace para entrenar para la dura actividad porque ya tiene 54 años. Lo hace para “seguir en forma” y continuar en pleno su vida deportiva. No pasa una cuadra sin que reciba saludos y aliento de vecinos. Muchos recuerdan sus memorables combates.
Hace casi tres años le prodigaron al “Zorro” un homenaje por su campaña entre 1987 y 1997.
Las estadísticas registran que Monge disputó 60 peleas, de las cuales ganó 25 (16 por KO), perdió en 29 oportunidades (8 por la vía rápida) y en las restantes 6, empató.
Por ese conjunto de peleas, Néstor tiene alguna dificultad para hablar y consecuencias en sus piernas. Pero, no le impide correr mientras recibe el cariño de los vecinos. “El campeón de la gente”, dice la camiseta que lleva colocada en su diario trajinar.
Pese a los pocos minutos que habló con el periodista de masrionegro, Monge desplegó mucha conversación, apurado tal vez para que se conozca pronto cómo lo quiere la gente, aunque por momentos dice no saber a qué atribuir esa predisposición a su persona.
Hace tres años, el periodista viedmense Julio Morales lo entrevistó y esta fue la nota:
“¿Cómo andás, papito?”, “¿estoy más flaco, no”?, son los interrogantes que el Zorro Monge le plantea a cualquier persona que encuentra en la calle o en alguna oficina pública de la capital rionegrina.
Su sonrisa nunca desaparece, su blanca dentadura hace contraste con su piel morena. Y enseguida ensaya una guardia, pero una guardia que invita a compartir un grato momento.
También son populares sus piñas al aire, mientras trota, bien arropado, como en aquellas épocas en que su peso era un rival tan importante como el oponente al que debía enfrentar.
Los más chicos preguntan por él, porque les llama la atención y los más grandes explican que esa persona que va trotando, cantando y tirando manos y disfrutando de la vida, fue uno de los boxeadores más corajudos que hubo en la zona, que levantó multitudes.
Se llama Néstor Fabián Monge, pero debido a su astucia para moverse en el ring, rápidamente fue apodado el “Zorro” y partir de allí ese adjetivo se convirtió en su segundo nombre.
En 10 años de pugilismo profesional, el Zorro totalizó 60 combates, de los cuales ganó 25 (16 por la vía rápida), perdió 29 (8 antes del límite) y empató 6. No ganó ningún título, pero sí el cariño eterno de la gente de Viedma.
-¿Cómo fue infancia, Zorrito?
-Nací en San Antonio Oeste, el 7 de junio de 1966 y a las 15 años me vine a Viedma. Yo me crié con mi mamá, mi papá, que era trabajador del ferrocarril, y dos hermanas. Al llegar a Viedma, se abrió una escuela de boxeo en el barrio (Zatti), con Alberto Núñez y José Crisol como instructores. Núñez me enseñó los primeros pasos.
-¿Por qué boxeo y no otro deporte, como fútbol, por ejemplo?
-Andaba la propaladora por la calle, anunciando que se abría la escuela de boxeo y fuimos todos los chicos del barrio, empezamos cincuenta y quedé yo nomás. Las clases se daban donde hoy están las oficinas del Prozome (Reconquista y Estrada) y yo vivía en la calle Chile, detrás del cementerio. Jamás pensé que podía llegar a pelear por televisión o en el Luna Park.
-¿Cómo fue la primera vez que tuviste que subir a un ring a pegarte con otra persona? ¿De qué forma tomaste esa situación?
-No es fácil, te agarra un poco de miedo o algo raro, porque no sabés cómo va a salir todo, no sabés qué esperar. Está el temor a recibir castigo y a que quedar mal por un resultado. Pero me adapté muy bien. De amateur hice como treinta combates, no me acuerdo el récord, peleaba en Viedma, Trelew y Rawson. En esa época había mucha gente que andaba bien, como Darío Rolando, el “Ruso” Bravo, Etelvino Cullumilla… varios.
-Tu estilo siempre fue particular, no eras un pegador.
-Eso que tenía era propio de mí, nadie me lo enseñó, eso de esquivar. Lo mejor que tenía era mi cintura, esquivaba casi todas las piñas. Además, yo subía al ring y peleaba para la gente, por eso el público se paraba para aplaudirme. Me hubiera gustado tener más pegada, podría haber mejorado, pero siempre fui vago.
-¿No ibas a entrenar?
-No, no, yo iba, pero me gustaba mucho salir… asado, birra. Nadie me agarró y me dio a entender que esas me hacían mal.
-¿A qué lugares ibas?
-En esa época iba al club San Martín, también a Maroco, a Villa Lynch… Unos de los grupos que siempre tocaban eran Los Bárbaros. No era buen bailarín, porque no iba a levantar, sino a tomar, y gracias a Dios ahora hace muchos años que no pruebo una gota de alcohol.
-Recién decías que vos peleabas para la gente, ¿No te hubiera convenido en alguna pelea tirarte para evitar un castigo innecesario?
-No, no, jamás, me lo han dicho, pero nunca se me pasó por la cabeza hacer algo así. Confiaba mucho en mi cintura.
-¿Cómo fue el manejo de tu campaña?
-Generalmente, los rivales se elijen, algo que conmigo no pasó, me pusieron a pelear con todos. Me faltó alguien que me cuide.
-¿Cuántas veces peleaste por tele?
-Antes era importante estar en la televisión, me televisaron ocho veces y terminé invicto, las perdí a todas.
-¿Ganaste mucho dinero?
-Sí, mucha plata, pero la farrié toda. Afuera del ring nunca me metí en peleas y tampoco me buscaban porque yo andaba con los bolsillos gordos e invitaba a todos.
-Una vez hicimos una nota cuando te sacaron la licencia y le pegaste duro a Cacho Berardi. ¿Cómo ves ahora esa situación?
-Estoy arrepentido, porque él me ayudó. Nunca le dije nada de esa situación, de pedirle disculpas, pero Cacho Berardi fue una persona que me cuidó con esa decisión.
-Siempre que nos encontramos, me preguntás si estás flaco, te quedó de la época de boxeador.
-Ni hablar, y quiero estar bien para que la gente me vea bien, por eso trato de mantener un buen estado.
-Hablemos de otros, boxeadores: Cacho Farías.
-Él se cuidó, lo cuidaron en eso de hacer una carrera. Así se llega.
-¿Y Nelson Monte?
-Era un pegador bárbaro, cuando te pegaba, te tiraba. Le faltó pelear más, más gimnasio…