Bahía Creek, situada en la costa marítima rionegrina a 100 kilómetros de Viedma, es otro lugar paradisíaco de la provincia que ha tenido durante los recientes años un sostenido desarrollo, con residentes permanentes pero también muchos visitantes en el verano.
Se trata de un paisaje agreste, de una belleza incomparable, que es posible acceder a través del Camino de la Costa, aunque de difícil tránsito en algunos sectores del polvoriento y arenoso tramo vial.
Es un paraíso escondido que cautivó inicialmente a muchas familias de Viedma y Carmen de Patagones y ahora se refleja en muchas viviendas permanentes. Es una pequeña villa marítima, que necesitará en corto plazo ordenamiento urbanístico.
Para llegar a la villa hay que ir hasta la costa, sorteando angostas calles, que conforman algunas manzanas irregulares.
Un poco de historia
“Adolfo Paesani, un ayudante de albañil de origen italiano, fue autorizado a ocupar un predio rico en pasturas para actividades ganaderas sobre la punta de la caleta en la década del ‘30”.
“Antes de construirse la bajada formal en la década del 70, los lugareños descendían casi en una posición de sentados sobre la barranca por una improvisada y medanosa escalera esculpida sobre la arenisca del acantilado. Con los años, ese lugar cobró más jerarquía. Los amantes de la naturaleza hicieron correr la voz sobre que allí había grandes cangrejos”.
“Con la llegada de los primeros acampantes, los Paesani montaron su primer almacén y a veces arrimaban algún cordero para contribuir a la dieta. Todos los veranos, se sumaban más contingentes de turistas, y a su vez, los Ñanculeo, otra familia autóctona, ofrecía a la venta exquisitas tortas fritas”.
“Un segundo antecedente en la consolidación como villa (marítima) lo forjó el enclave del Club de Pescadores que instaló un refugio. Desde allí, se asistió a los campamentistas que venían a pescar o a practicar actividades subacuáticas por tratarse de un sitio apto”.
“Los Paesani, una familia de pioneros y cargada de historias”
“Fue mi madre la pionera (del asentamiento) porque era muy amiga de la gente del Club de Pescadores (los primeros que adquirieron los lotes), y yo le seguí los pasos”, expresó José Paesani su único hijo varón con orgullo y manifiesta estar contento por pertenecer a una familia que pronto verá la fundación oficial del nuevo poblado. Los Paesani son propietarios de siete kilómetros de costa que suman a las de tierra adentro, hasta el vasto medanal que de vez en cuando amenaza con tapar alguna casa de la villa.
Josesito, como le llaman sus allegados, recibió a “Río Negro” en un amplio living-comedor del casco de la estancia, en lo alto del acantilado, y frente a un ventanal que da al mar y al caserío.
“Ese sitio de la vivienda es el mismo por el que su madre –fallecida en 1998– vio en 1945 al final de la segunda guerra mundial, una nave que emergió de las aguas para luego desaparecer, y luego el vuelo rasante de una avión”.
“Por entonces, circulaban versiones de intensa actividad náutica y aérea de origen alemán, ante la supuesta escapatoria de jerarcas nazis en busca de refugios seguros. Los testimonios de Gisela circularon por todo el mundo y se presume que en la playa contigua de Caleta de los Loros, hay bajo cuatro metros de arena enterrados dos U-boat alemanes y unos 1.000 metros mar adentro”.
“Josesito, guarda libros y recortes de esa situación novelesca, pero de vuelta al presente advierte que luego de una serie de reuniones con las autoridades municipales se acordó que se deben realizar las mensuras y sólo “se le otorgará la escritura a quienes compraron y pagaron”.
“Aunque pueden existir cortocircuitos administrativos, pronosticó días de ventura para este lugar porque “habrá un ordenamiento, y no se podrá edificar sobre la barranca, y el progreso podrá traer servicios de agua, telefonía y luz”. Consideró muy importante consolidar un servicio de energía eléctrica”.
Borobia, el primer habitante de la villa, desde 1981
“Rolando “Pajarito” Borobia, es hijo de una familia viedmense de tradición confitera. Las masas son un deleite y se conocen en todo el país. Sin embargo, se cansó de la ciudad y desde 1981 que sentó allí sus reales”.
“Se jacta de ser el primer habitante estable de la villa. Se instaló antes de la radicación de Elio Caponi, el actual almacenero. Éste, a su vez ofrece habitaciones en alquiler”.
“Pajarito” insiste: “acá (en la villa, ya que la estancia Miramar de Paesani está a casi dos kilómetros) somos mi señora y yo, Caponi que mientras techaba su casa durmió en la mía, y los albañiles”, que vienen desde Viedma a construir casas.
A medida de que pasó el tiempo Borobia pudo mejorar su calidad de vida. Incorporó cinco generadores eléctricos que usa de acuerdo a la necesidad y dos heladeras, mandó a construir una perforación de la que extrae una exquisita agua dulce con un pie de molino.
La confortable vivienda cuenta con televisión satelital. Prefiere mantenerse lejos del mundanal ruido.
Entrecomillado: nota publicada el 6 de abril de 2018 en el diario Río Negro (agencia Viedma)