La Biblia, conjunto de libros, es llamada así por la antigua ciudad fenicia de Biblos, importante puerto marítimo, que producía y exportaba papiro, al que los griegos llamaban “biblión”, de donde deriva su nombre.
Se divide en Antiguo y Nuevo Testamento y entre ellos hay libros poéticos, proféticos, históricos, de sabiduría y otros.
¿Es la Biblia un libro profético? Terminantemente sí. Dios para comunicarse con el hombre levantó de su pueblo profetas, “videntes” que transmitían sus mensajes, recibidos en sueños o por revelación.
Ahora bien, muchas de las profecías, en especial la del Primer Testamento, tuvieron su cumplimiento a su tiempo, pero todas ellas dejaron ejemplos de los que Dios nos quiere decir a nosotros en estos tiempos.
La tarea de los teólogos versados en “escatología” o sea en “la doctrina de las realidades últimas” ha tratado de dilucidar cuáles serán las profecías para estos últimos tiempos y sobre todo si está cercano su cumplimiento.
Hoy pareciera que las señales proféticas se están cumpliendo. Hay falsos maestros, guerras y amenazas de guerra, hambre y terremotos, gran maldad sobre la tierra, pestes y destrucción.
Pero, a ciencia cierta nadie sabe cuándo será la hora de la Segunda Venida de Cristo a la tierra. El mismo Jesús así lo dijo.
Algunos osados han visto en el libro del profeta Jeremías Capítulo 25, versículos 32 y 33 una alusión al flagelo del Coronavirus.
Jeremías fue uno de los profetas mayores, que le tocó vivir en el año y desarrollar su prédica en el año cuatro del reinado de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá; y en el año uno de Nabucodonosor, rey de Babilonia. En ese contexto histórico recibió palabras de Dios para que profetice las calamidades que vendrían sobre la ciudad de Jerusalén y varias de las naciones conocidas en el mundo antiguo, entre ellas Egipto y la misma Babilonia.
Dichos versículos según la versión de la Biblia Reina-Valera dicen lo siguiente: “Así ha dicho Jehová de los Ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se levantará de los fines de la tierra. Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerán ni serán enterrados; como estiércol quedarán sobre la faz de la tierra”. Pertenece el texto a los oráculos sobre las naciones, según los teólogos.
Ahora bien, la mayoría de las plagas y las calamidades han sido ordenadas por Dios mismo, desde el Diluvio Universal, sobre Egipto, Babilonia, etc. cuando la maldad de los hombres había sido multiplicada sobre la tierra.
¿Qué nos dicen hoy a nosotros estos textos? Simplemente que cuando el hombre se aleja de los preceptos morales, que es justamente el significado de la palabra “pecado”, debe esperar plagas y azotes como los que nuestro siglo está trayendo a todos los seres humanos.
Si bien es muy difícil entrar a analizar pasajes del libro de Apocalipsis, que significa Revelación, algunos sostienen que estos son los tiempos de Abadón, en hebreo “destrucción” pero que también designa a la morada de los muertos, el Seol o el Hades. En el libro de Apocalipsis, atribuido a Juan, llamado el teólogo y escrito en la isla de Patmos, Abadón significa el destructor de la vida y de la paz.
Estará en los últimos tiempos al frente de un ejército de voraces langostas que tendrán la facultad de atormentar a los hombres y hacerlos sufrir pero sin darles el alivio de la muerte.
Lo llamativo de los atributos de dichas langostas es que “eran semejante a caballos preparados para la guerra, y en las cabezas tenían como coronas de oro y otras características más. Y aquí que algunos asocian a Abadón con la Corona.
El mensaje es más simple: el hombre con su maldad ha arruinado el planeta, ha profanado la naturaleza y creado las calamidades que lo están destruyendo. Y la interpretación correcta de las profecías bíblicas no es buscar falsas analogías, sino entenderlas como una advertencia de que estas cosas seguirán sucediendo si seguimos equivocando el camino.
Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta