En tiempos de los Sanavirones, cuentan que una bella aborigen llamada Piqui se enamoró de Llín, quien vivía en el pueblo vecino.
El padre de la joven, al enterarse, se opuso terminantemente ya que pensaba casar a su hija con el hijo del jefe de un pueblo de otra región.
Piqui, desesperada, al conocer los planes de su padre, fue en busca de Llín y juntos decidieron huir lo más lejos posible, decididos a no separarse jamás.
Durante toda una noche y la mañana del siguiente día, caminaron y caminaron sin parar, siguiendo el curso del manantial.
Piqui vestía un uncu de lana rojo, teñido con las fibras del quebracho y Llín un taparrabos de color verde.
Hacia el mediodía, en una loma pelada vencidos por el cansancio se detuvieron a descansar, sentados junto al arroyo, a la sombra de unas grandes piedras.
Llenos de sueños y proyectos compartieron felices como único alimento unas vainas de algarrobo.
Pero, de repente, la maldición de aquel enfurecido padre hizo temblar la tierra y cayó sobre los jóvenes una piedra grande de lo alto de la loma que los aplastó al instante.
Dicen que desde ese día apareció un nuevo árbol en aquellos montes serranos, una planta de hojas verdes y frutos rojos, simbolizando el amor eterno entre Piqui y Llín, por lo que los aborígenes lo llamaron piquillín.
Texto: Universidad Libre del Ambiente (Centro de Educación Ambiental no Formal- Córdoba)
Sanavirones o salavinones son los nombres con los cuales es conocido un pueblo indígena que hacia el siglo XV habitó en el centro del actual territorio de Argentina. Esta etnia formaba parte del grupo pámpido, con elementos genéticos y culturales.
Este arbolito pertenece al llamado monte serrano o de llanura cuya vegetación está compuesta por especies, como el espinillo, el tala, el molle, coco, etc. Crece en Argentina en las provincias de La Pampa, Catamarca, Córdoba, Jujuy, Salta, San Juan, Mendoza, San Luis, Santiago del Estero, Tucumán y Río Negro. Florece en primavera y sus frutos están maduros en verano.
La palabra piquillín viene del quichua piquillay que significa: “No te hinques”, no te pinches”, en alusión a sus espinas. Es una especie caduca, lo que significa que pierde sus hojas en invierno, permitiendo generosa luz solar en las frías tardes serranas.
Masrionegro modificó dos términos incomprensibles del escrito original