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Tratando de paliar el necesario confinamiento impuesto por la pandemia provocada por el Covid 19, continuamos arropados por la nostalgia báquica de esa época de oro de la enología patagónica. La idea es seguir compartiendo estos relatos de vinos, amor y sueños, un aura romántica que nos circunda, nos envuelve, con suavidad y delicadeza.
Vinos entre los cuales especialmente se han destacado:
El “Epifanio” Merlot de la bodega de Ernesto y Ricardo Epifanio SA, un vino de buena textura, con abundante tanino sedoso, amable, equilibrado y de aroma penetrante, resaltaba su destacadísima calidad. Era uno de esos vinos que invitaba a seguir bebiendo y que ha sido envidia de los paladares amantes del Merlot.
El “Carrodilla Chianti” de Nazar Anchorena Viñedos “Rio Colorado” SA que adquirió verdadera notoriedad en el mercado nacional, envasado en botellas envueltas en paja al mejor estilo del Chianti Clássico. Un vino tinto joven y liviano, ligeramente ácido, de aroma intenso y paladar armónico, con gusto a guindas de la cordillera. Una notable réplica del peculiar y reputado vino de la Toscana.
El “Rey del Neuquén”, de Pedro Kowalyk, un vino de luz machacada en su interior, muy alcohólico y largamente añejado en cubas de madera de roble. Una bocanada de fuego líquido en la boca.
El vino “kosher” de la firma Kaspin & Cia S.R.L. elaborado por don Natán, vástago directo del vitivinicultor Noé, quién recordaba al bíblico patriarca como inventor del elixir sagrado una vez acabado el Diluvio Universal, acaso para resarcirse de tanto exceso de agua. No obstante, una duda cartesiana lo martirizaba respecto de la patriarcal figura ¿Dónde vivía Noé antes del Diluvio?
El “Belle Vernon” del Establecimiento Vitivinícola San Lorenzo S.R.L. de Lorenzo Juliá en la Colonia Juliá y Echarren, un vino blanco elaborado con la variedad Sauvignon Río Colorado, un ecotipo local, con óptimo nivel de acidez, color amarillo cetrino, seco, con sabores que golpeaban el paladar.
Vinos estos que han sido indelebles testigos del laborioso pasado de los pioneros, genuinos forjadores de la vitivinicultura sureña.
¡Yapay pu peñi! (Salud hermanos)
Texto: Federico Witkowski
