Tehuelches y mapuches hablaban de sexo y homosexualidad. El gualicho

 

En su libro “En pos del Gualicho”, el Dr. Rodolfo Casamiquela, doctor en Etnografía y  Etnología, tomando como base sus propias investigaciones, la de otros especialistas y testimonios de integrantes de las comunidades tehuelches y mapuches (araucanos), pudo constatar que estas etnias ya mencionaban cuestiones que arrojan evidencias sobre expresiones relacionadas con el sexo y la homosexualidad.

Cabe destacar que la investigación a la que se refiere el Dr. Casamiquela está íntimamente relacionada con el tratar de determinar el sexo del  “gualicho, walichu, gualiche y otras variantes de la figura equívoca del genio maligno de hace siglos y que los indígenas creían y los aún existentes creen en él.

En sus investigaciones, Casamiquela sostiene también que por pobladores de la Región Sur de Río Negro que habitan la región pampeano–norpatagonico escuchó sobre la presencia de otro personaje maligno, el elelche, (príncipe de los diablos o cara del diablo).

Al tenebroso sujeto lo describen como de gran contextura, pelo largo e hirsuto, ojos encarnados y sangrantes, musculatura hercúlea, vestido con harapos y con la saliente característica de tener los pies invertidos. Los consultados por Casamiquela, afirman que vive aún en cavernas, deambula por los campos y por las noches se acerca a las “rucas” (casas) donde hay criaturas a efectos de succionarle la sangre, su alimento dilecto y primordial que asegura su eterna juventud.  Menciona además el Dr. Casamiquela que otras leyendas sobre el elelche, señalan que se trata de un perseguidor incansable de las mujeres y se asegura que es un  íncubo, (espíritu, diablo o demonio que bajo la apariencia de hombre tiene trato carnal con la mujer) y que necesita para su existencia el alimento líquido señalado.

Otra  leyenda sostiene que el demonio corporizado en un hombre tiene relación con la mujer la que si queda embarazada dará a luz una persona de fácil control por  parte del mal o con habilidades especiales. En la creencia y mitología popular de la edad media, se supone que el íncubo se posa encima de la víctima femenina durmiente para tener relaciones sexuales y que su contra parte femenina se llama “súcubo”.

En su relato, el Dr. Casamiquela pone de manifiesto la difícil tarea que enfrentó para determinar el significado de muchas expresiones, tanto de tehuelches como mapuches, debido a que muchos de los científicos e investigadores desconocían el lenguaje y la gramática de estos indígenas

De las conclusiones a las que arriban expertos como Harrington, Vignati y otros, un sujeto descreído de los poderes de estos diabólicos personajes,  provoca, insulta  y desafía a pelear  al “elungásum”,  otro conocido diablo quien con solo tocar el anca del caballo de quien lo agrede de palabra, un petiso colorado  –según los datos recogidos– este cayó muerto.

Otros testimonios sobre este maléfico personaje, aseguran que también vivía en cuevas y para expresar su mal humor o enojo, soplaba con fuerza inusitada provocando un viento arrasador y arrojaba piedras.

En el fragor del enfrentamiento, continuaron los insultos entre ambos y entre las expresiones se escuchó la amenaza al “elungásum”, de “hacerlo mujer” y que según explica Casamiquela se trató de una manifestación suavizante porque no quiso emplear una palabra “obscena” y que resultaba incomprensible a la sazón, pero luego aclarada y completada por quien conocía el mito y  quien consideraba que la amenaza de “hacerlo mujer”, consistía en convertirlo en “yeyé”, según la voz mapuche o araucana, “puto”, o como afirman otras expresiones, “hombres que hacen las veces de mujer como en el crimen de la sodomía” lo cual y al considerar el insulto insoportable el “elumgássum” se retiró.

A raíz de ello, y por otros elementos aportados, Casamiquela sostiene que el “gualicho” es femenino, aunque otros científicos opinan que es masculino, o lo que aseguran otros respecto al sexo de los dioses, que el alto Dios Araucano, interpreta a estos como bisexual o se los invoca como masculino –femenino, por carecer,  precisamente de sexo.

Es importante destacar que, si bien tanto el Dr. Casamiquela como los autores de los trabajos consultados de Harrington, Vignatti, José María Cual y otros demostraron que  han realizado profundas investigaciones con gran responsabilidad en procura de esclarecer las dudas que surgen de expresiones en lenguas aborígenes, de las que seguramente subsisten inexactitudes al ser obtenidos de traducciones, que pueden tener más de una acepción por el tiempo de verbos o palabras que quizás hayan sufrido modificaciones.

Casamiquela se manifestó en forma contundente en que “el gualicho” era o es femenino, aunque no deja de reconocer y respetar la opinión de los otros estudiosos, incluidos quienes sostienen que se trata de un personaje “masculino”, aunque en algunos escritos lo mencionan como “epeukushè” o sea “anciana de linaje”

Como conclusión, se puede afirmar que tehuelches y araucanos en sus canciones, parlamentos, disputas y conversaciones hablaban de sexo y homosexualidad, incluyendo en las mismas hasta las dudas sobre el sexo de sus dioses, lo que no posibilita a pesar de la intención de los científicos, especialistas e investigadores, arribar a conclusiones definitivas, aunque si conocer que el tema ya estaba presente.

Texto: Eduardo Reyes, periodista y escritor de Viedma

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