Los tehuelches, en sus creencias míticas, hacen referencias a seres superiores que descienden de Kooch a quien consideraban el ser supremo, creador del sol y la luna, además de atribuirle la separación del agua y la tierra.
Los componentes de esta etnia también creían en los seres malignos que eran habitantes subterráneos, siempre preparados para causar daños, a los que denominaban “Gualichus”. Manifestaban afecto además a utilizar amuletos para practicar hechicerías o aplicar como medicina.
Eran proclives asimismo a distintos rituales, tanto para los nacimientos como la muerte y el matrimonio, otorgándole mucha importancia a la ceremonia de iniciación femenina. Por ejemplo una mujer embarazada debía evitar el contacto sexual con su pareja y al recién nacido se lo pintaba de color blanco.
El nombre que se le asignaba se asociaba con el alumbramiento, con algún familiar ya desaparecido o por alguna característica física. Existen testimonios asimismo que a los niños pequeños, además de la alimentación natural, le preparaban una especie de brebaje que la consideraban como una especie de tonificante que surgía de rallar huesos, que no descartan hayan sido de animales prehistóricos u otros, mezclados con agua.
Interpretaban que ese preparado, según sus creencias, claro, les aseguraban que los niños crecerían sanos y fuertes
La muerte por su parte merecía una ceremonia trascendente, al punto por ejemplo que cuando alguien moría, se lo enterraba en posición fetal junto con sus objetos personales y mirando hacia el Oriente, además se quemaban todos sus bienes y sus caballos y perros que eran sacrificados.
Si el muerto era un joven creían que su alma vagaría en pena y quedaba prisionero en la tierra de los vivos.
Entre las manifestaciones artísticas, que las tenían, las manifestaban principalmente a través de la pintura, utilizando para ello como lienzo a sus propios cuerpos sobre los que creaban sus dibujos o figuras, en especial para ceremonias o como protección, en especial del clima. Los motivos más elegidos o frecuentes eran formas geométricas o tomadas de la naturaleza.
Se considera asimismo que eran hábiles en manejar también la baraja española, aunque elaboran las propias con cuero y le agregaban sus propios motivos. Entre los juegos practicaban también uno con pequeños huesos parecidos a los dados, les gustaba asimismo expresarse con música a través de instrumentos que ellos mismos confeccionaban. Entre estos el “quera” una especie de bombo que lo utilizaban además para comunicarse a distancia.
Otro instrumento musical utilizado era el “rambo” una especie de flauta que fabricaban con el fémur del guanaco y el “chelper” confeccionado con el cuero y las pezuñas del guanaco que era utilizado como una especie de pulsera sonajera
Por otra parte, los tehuelches no tenían una concepción religiosa organizada, aunque creían en algunos dioses a quienes le rendían culto, entre ellos “Elal” a que le adjudicaban la creación de los “patagones”, y al que le reconocían ser el protector de la libertad de los pueblos.
En oportunidad de haberme referido a “Elal”, consigné que este se apoyó en distintas especies animales de la región especialmente en aves, entre ellas el Chingolo a quien le atribuyen volar para avisar al resto de los animales que debían ayudar a “Elal”. Al Chorlito por su parte le adjudican ser un gran conocedor del territorio y ser quien le aseguró a los animales de la región que la zona era segura y que Ogro “Nòsthtex” no los perjudicaría, a pesar que disponía del frio y la nieve.
Otra ave que señalan también como defensor de “Elal” del Ogro Noshtek es la denominada “KapenkOoch”, pequeño pájaro negro a la que este le lanzo una rama que la hirió en el pecho el que se mancho entonces con un color “escarlata” o “rojizo”, por lo que “Elal” bendijo la mancha de sangre como símbolo de lealtad.
De acuerdo a las leyendas relacionadas con el tema referido a la aparición de la raza tehuelche, figuran también entre los animales que ayudaron a “Elal” en su misión, El cisne, el zorrillo y el puma. Animales estos que aún hoy habitan la Patagonia y constituyen un atractivo singular para quienes visitan esta región, a pesar de haber mermado en número, a raíz de la caza indiscriminada por parte de cazadores furtivos.
Es necesario recordar que los integrantes de la fauna de nuestra Patagonia mencionados, junto a guanacos, avestruces, maras, peludos, mulitas o quirquinchos, constituían parte de la fuente de alimentación, vestimenta y para cubrir otras necesidades.
Hay que destacar que un gran cambio en la vida de los tehuelches, que muchos consideran una verdadera revolución para sus vidas, fue la aparición del caballo, ya que se modificó sustancialmente las formas o método de caza, y les posibilito también la incorporaron de las boleadoras y la lanza para realizar dicha actividad, como también ampliar el área de acción. Por otra parte con el aporte de la rápida y más extensa movilidad que le posibilitaba el caballo, los tehuelches hallaron una interesante expansión en sus actividades como la cría de vacunos y ovinos.
Un tema no menor en cuanto a las creencias de los tehuelches aparece con la astronomía y cosmología, en especial la constelación y la luna y el sol, para algunos estos eran hermanos en tanto que otros consideraban que se trataba de un matrimonio.
Tampoco faltaban los personajes y aparecidos producto de la imaginación, mitos o leyendas a los que se les otorgaban poderes, maldades y diversas influencias en sus vidas e identificaban como “La Trauca”, “La Sombra”, “Tio Pichu”, “El Perro Blanco”, “El Toro de los presagios”, “El Chapeado”, “El Muitu”, “El Calcù”, “El Cuero”, “La Oveja de los Huesos Quebrados”, “Las Piedras que Caminan”, “El Espectro de las Mesetas” y “El Viento Vivo”, entre muchos más que también son mencionados en otras regiones y se los compara o mezclan con “La Llorona”, “El Hombre de Negro”, “La Salamanca”, “La Luz Mala” o “El Inchimallen”, muchos de estos figuran en las leyendas tehuelches o en relatos.
Las creencias sobre las acciones, el comportamiento, incidencias o intenciones de estos personajes, merecen diversas interpretaciones y se les atribuyen maldades, provocar sustos solamente, buenas acciones, portadores de la mala suerte, custodio de los bienes, ni buenos ni malos, intenciones de provocar terror y cuanta otra posibilidad se le quiera adjudicar.
Lo cierto, y lo que nos permite sacar nuestras propias conclusiones de acuerdo a la investigaciones sobre estos temas que han realizado historiadores, investigadores y especialistas, nos posibilita afirmar que los fantasmas, espectros, seres irreales, y tantos que aparecen realmente o solo en nuestra imaginación, conviven con nosotros desde hace ya mucho tiempo.
Texto: Eduardo Reyes, periodista y escfitor
Las Grutas – 12-03-22