Estoy de visita en San Antonio Oeste. Recorro sus lugares históricos y me lleno de magia. Sus viejas construcciones de chapas, el muelle pesquero, las barcazas abandonadas, el Museo en la casa del Ingeniero Jacobacci y ¡oh, sorpresa! La vieja aguatería.
¡Cuántas historias y recuerdos me embargan! Aquellos años donde dos pueblos se hermanaron por el abastecimiento de agua desde el arroyito de Valcheta.
En ese lugar en una feliz iniciativa se pueden apreciar un viejo vagón tanque del trencito aguatero, un hermoso afiche con la cantimplora que recuerda la inauguración del Canal Pomona-SAO y mi poema “Trencito Aguatero” con código QR para que se puede escuchar mi voz.
San Antonio Oeste sufrió la falta de agua, ese bien tan preciado para la vida de los pueblos. No en vano en la fuente ubicada en la plaza Centenario frente al edificio municipal, cuya escultura de las manos fue realizada por la escultora de Bariloche Dolores Fallada, lleva una bíblica leyenda que recuerda el paso del pueblo de Israel por el desierto: “Golpearás la roca, brotará el agua y beberá el pueblo”. La hermosa frase fue propuesta por el entonces cura párroco padre Rosatto.
En agradecimiento, el pueblo de San Antonio Oeste donó a Valcheta una fuente que fue colocada en la plaza San Martín, dado que por más de sesenta años en los siempre recordados trenes aguateros se traía el agua para apagar la sed de los sanantonienses.
Según los testimonios de viejos vecinos había que cuidar mucho el agua porque era un bien escaso y preciado.
En ese entonces la aguatería era un servicio primordial para atender las demandas de la población. Desde allí era distribuida a las familias en camiones tanque.
En Valcheta aún quedan al lado de las vías las viejas mangas y la cisterna donde se bombeaba a los vagones llevados por el trencito aguatero. Y también el recuerdo del bombero encargado que recibió por su trabajo una medalla de Oro: Tancredo Pattussi.
Solamente quienes conocieron ese San Antonio de ayer saben lo que es cuidar el agua. Lamentablemente en la actualidad hay mucho derroche. Solamente cuando falta se toma conciencia de su importancia.
El balneario de Las Grutas no hubiera sido posible sin el beneficio del agua potable y aún menos la forestación que hoy se ve en todo el ejido.
Que un poema mío al trencito aguatero (también está hecho canción) sea escuchado en la aguatería me alegra mucho.
En un rincón del pueblo/ la vieja aguatería/ cuenta la vieja historia/ de otros lejanos días. Bombas, agua y cisternas/ el agua y su alegría/ para calmar la sed/ y aliviar tanta sequía. Eran tiempos sufridos/ el pueblo lo sabía/ el vital elemento/ supo de su porfía. Valcheta y San Antonio/ por el agua hermanadas/ apostando al futuro/ como buenas hermanas.
Texto: Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta