Guardia Mitre está aquí cerca en lo geográfico, pero allá lejos en lo histórico.
Está cerca del núcleo urbano de Viedma y Carmen de Patagones. Primero se transitan por asfalto 79 kilómetros por las rutas 3 y 250, después en la balsa de Sauce Blanco se realiza el encantador cruce del río –con un excelente servicio público y gratuito de Vialidad de Río Negro- para llegar finalmente al pueblo viejo a través de 14 kilómetros de camino de ripio en buen estado.
El viaje total demora una hora y medio. Pero Guardia Mitre está lejos y casi perdida en los recovecos de la historiografía regional, donde tal vez no luce lo suficiente.
Guardia Mitre, ese pueblo que es el hijo menor de Carmen de Patagones, es un sitio donde el tiempo parece detenido, al menos en su pintoresco casco antiguo. En una luminosa tarde de febrero estuvimos de visita por allí, y este comentario se propone trazar una síntesis sobre la historia de esta localidad y algunos de sus atractivos patrimoniales.
La mejor información histórica que se puede encontrar, acerca de Guardia Mitre, lleva la firma de una prestigiosa hija de la localidad: Emma Nozzi. El 1 de noviembre de 1917 nació Emmita en Guardia Mitre, donde su padre italiano e idóneo de farmacia se instaló en los primeros años del siglo 20 para desarrollar su profesión. Este no es un dato menor, pues revela que en aquellos tiempos la localidad pasaba por tiempos de crecimiento y esplendor.
Emma cursó en Viedma sus estudios de maestra normal; después ya recibida, en 1928, entró a trabajar en la escuela primaria número 8 de Patagones y en 1951 se convirtió en parte del grupo fundador del museo que hoy lleva su nombre.
En diciembre de 1962 Guardia Mitre cumplió 100 años y Emma Nozzi editó, con el respaldo de la Municipalidad de Patagones, la primera de una serie de publicaciones del Museo Histórico Regional Municipal “Francisco de Viedma”.
El título del opúsculo es “Carmen de Patagones y la Guardia General Mitre”, y es una fuente de consulta imprescindible para conocer la historia de esa población. Emma le dedicó seguramente muchas horas y esfuerzo a la investigación, comprometida con la noble causa de darle exacta difusión a los antecedentes fundacionales de su pueblo natal y, también, porque no siendo una historiadora académica, sabía que su primer trabajo escrito sería severamente escudriñado por los doctos de la materia. En la opinión de este cronista el resultado del empeño de Emma Nozzi dio sus resultados, pues desde entonces sus aportes a la historiografía regional han sido y siguen siendo citados por los especialistas más renombrados.
En la introducción Emma relata las gestiones de parte del coronel Julián Murga, jefe del fuerte de Patagones, para que se autorice la instalación de un nuevo asiento militar hacia el oeste, sobre la ribera norte del río, para proteger a la población contra posibles malones. Después establece la fecha del 16 de diciembre de 1862 como la fundación del pueblo. Vemos que el jefe del fortín Invencible (más cercano a Patagones) dejó constancia, el 15 de diciembre: “Esta mañana como a las seis se puso en marcha la fuerza en dirección a la China Muerta y me he quedado en este fortín solo pues lo dos individuos que me dejaron son absolutamente inútiles…” y agrega nuestra historiadora: “podemos afirmar que la fuerza destacada para realizar la fundación de la nueva guardia se concentró en el Invencible”. Después, en base a documentos del archivo del Ejército asegura que “sin mediar inconvenientes la fuerza del Capitán Bejarano (que salió del fuerte anterior) habría llegado a la zona de China Muerta, lugar elegido para la fundación, al atardecer del 15 de diciembre de 1862, no disponiendo de luz para realizar reconocimientos de detalles para elegir el lugar definitivo de la guardia en consecuencia considero que la fecha probable de la fundación debe haber sido el 16 de diciembre de 1862…” .
En las páginas siguientes Nozzi describe con lujo de detalles la instalación del nuevo fuerte y prolonga su recopilación hasta agosto de 1899.
No había transcurrido un mes del acontecimiento fundacional, cuando se produjo en el Fuerte una sublevación. El cabecilla fue el presidiario Julián Fleite. En la refriega el alférez Adolfo Gazzano fue gravemente herido de dos balazos en el pecho. En su desesperación el joven se arrojó al río con la intención de alcanzar la orilla opuesta y salvar su vida, pero sus fuerzas flaquearon en el centro del curso y murió ahogado. El alférez Gazzano, uno de los primeros muertos por la patria de la comarca, tenía 22 años y se había casado un mes atrás con Isaura Olivares, hija de una conocida familia de Patagones. Una calle lateral a la plaza vieja lleva su nombre.
En el año 1881, el comandante militar del Fuerte del Carmen, Conrado Villegas, por decreto rebautiza al fortín con el nombre de Coronel Pringles, en homenaje a Juan Pascual Pringles, militar argentino que participó en la guerra de la independencia y en las luchas internas de nuestro país.
Esta denominación impuesta se extendió por 65 años. Hasta que en diciembre de 1946 el presidente Juan Domingo Perón repuso por decreto el histórico nombre del lugar: Guardia Mitre, denominación que se mantiene desde entonces.
Pero la historia original de Guardia Mitre no se limita al emplazamiento militar como avanzada defensiva ante el eventual peligro del ataque indígena, lo que nunca ocurrió dadas las relaciones de intercambio comercial entre pobladores originarios y autoridades criollas. También se relaciona con el aprovechamiento del recurso hídrico para la producción agrícola y ganadera.
El ingeniero Osvaldo Casamiquela, en su magnífico libro ”El riego en la provincia de Río Negro; auge, crisis y futuro” señala que hacia 1865 la empresa Aguirre y Murga inició la construcción del llamado “canal de los sanjuaninos” -por el origen de los operarios contratados para tal finalidad´- que se constituye, nada menos, en el primer antecedente de un canal de riego en tierras rionegrinas. ¡Esto ocurría 20 años antes del trazado del “Canal de los Milicos” de Fisque Menuco-General Roca!
Apunta el especialista citado que “su boca toma libre se encontraba un kilómetro aguas abajo del punto conocido como Boca de la Travesía o Bajada del Turco, sobre la margen izquierda del río Negro; el canal se extendía hacia el este a lo largo de 50 kilómetros de un angosto valle al pie de la banda norte. En su trazado unía, por razones económicas y menor esfuerzo, diversas lagunas, aprovechado zanjones; y descargaba en las tierras del campo China Muerta luego de cruzar por el sur del pueblo de Guardia Mitre. Hoy, entre éste y el pueblo viejo, quedan restos, y su largo recorrido se visualiza en fotografías aéreas”.
Por ese mismo tiempo, en 1867, el galés John Jones, que formaba parte de la colonia de ese origen británico afincada en el valle del río Chubut en julio de 1865, decidió buscar tierras feraces para instalarse con su familia. Seguramente tentado por algún ofrecimiento de la misma firma Aguirre y Murga llegó a Boca de la Travesía y allí se instaló. La historia de este emprendimiento es apasionante, con marchas y contramarchas que lamentablemente frustraron su realización.
Otro antecedente histórico singular que se vincula con Guardia Mitre es el del tan mentado Proyecto Wauters, que lleva el nombre del ingeniero Carlos Wauters, contratado por la Legislatura de Buenos Aires en 1906. Aquel ambicioso plan pretendía trazar un canal navegable desde la misma Bajada del Turco hasta Bahía San Blas, permitiendo regar un total de 375 mil hectáreas -de las cuales 45.000 se ubicaban en el valle de Guardia Mitre y China Muerta- entre los estados rionegrino y bonaerense.
Aquellos canales, el de los sanjuaninos que se borró por el desuso, y el Wauters, que nunca se hizo, cajoneado por oscuros intereses, quedaron en la historia trunca de Guardia Mitre.
En el inventario y memoria colectiva del pueblo hay varias referencias muy especiales. Hacia 1912 se radicó en una isla sobre el río Negro don Jaime Estanislao Mulhall y Eborall, hijo del magnate irlandés fundador del diario en inglés “The Standard” y pionero de San Blas. Jaime era matemático, autor de un libro que hasta no hace muchos años de usaba como texto de la Universidad de Buenos Aires, amigo personal del sabio Albert Einstein con quien mantenía correspondencia. Aquí, en la isla que bautizó con su apellido, conformó una nueva familia, tras el frustrado matrimonio con una dama de la alta sociedad porteña, y se dedicó a las observaciones meteorológicas. Su hija Elsa Adela Mulhall de Torno, médica, tuvo una destacada carrera profesional en Viedma.
Más o menos para la misma época, año 1911 para ser precisos, se afincó en Guardia Mitre (por entonces Coronel Pringles) el italiano Juan Bautista Campastro, que se dedicó a la producción de miel y hortalizas, también fue juez de Paz, instaló una imprenta donde editaba libros de su autoría y fundó el periódico quincenal “El Imparcial” en 1932. La familia Zingoni es descendiente de aquel periodista inquieto y fue uno de sus nietos, Angel “Cholito” Zingoni, quien en ejercicio de la intendencia municipal de la localidad, en 1985, muy merecidamente impuso su nombre a la biblioteca popular.
El paseo desde Viedma hacia Guardia Mitre tiene como alternativa singular el cruce del río en la balsa de Viarse, en el punto donde arranca el canal principal del sistema de riego del Valle Inferior, construido a partir del año 1950. El breve viaje fluvial permite descubrir un paisaje natural sin contaminación. Mientras la balsa flota suavemente cientos de pájaros de todo tipo surcan el cielo límpido y el viajero se siente trasladado en el espacio, como si estuviera a miles de kilómetros de la civilización.
Un poco más adelante se llega al pueblo viejo, cuya plaza conserva un busto del general San Martín, fundido con bronce de cañones de la llamada campaña al desierto e instalado en el lugar, en 1910, por el gobernador del Territorio Nacional, Carlos Gallardo. Este monumento es mellizo del que ocupó muchos años el centro de la plaza San Martín de Viedma, actualmente emplazado en el vestíbulo de ingreso a la Casa de Gobierno.
Enfrente de esa plaza histórica de Guardia Mitre se conservan construcciones de alto valor patrimonial, una antigua casona donde funcionó un almacén, la casa de la Cultura y Biblioteca Popular, la primera comisaría (un poco más allá), las ruinas del colegio salesiano y de la inicial escuela primaria.
Hacia la zona de la cuchilla, donde la población se mudó después de la inundación de 1899, se se encuentra el edificio histórico de la escuela primaria, construido también hacia 1912 por impulso de Gallardo, que es gemelo al del Centro Cultural 2 de Viedma, sobre calle Mitre; y otro establecimiento primario de Buena Parada, cerca de Río Colorado.
A los atractivos históricos y patrimoniales se les suma un balneario y camping municipal muy bien ubicado sobre uno de los brazos del río Negro, con profusa arboleda, fogones, baños muy limpios, proveeduría, servicio de agua caliente para los mates, juegos para niños, quinchos y un horno de barro de uso público y gratuito.
Es justo mencionar que la gestión municipal, también encabezada actualmente por Ángel “Cholito” Zingoni, ha realizado un importante esfuerzo en la parquización de la avenida principal, dotándola de riego e iluminación, así como en la instalación de cartelería de información histórica.
Mientras realizaba su recorrida, deteniéndose aquí y allá para tomar fotos de viejas edificaciones repletas de nostalgias del pasado, el cronista se preguntaba si la pacífica calma que se respira aún en las calles de tierra de Guardia Mitre seguiría existiendo si aquel monumental propósito del presidente Raúl Alfonsín –de traslado de la Capital Federal- se hubiese concretado en hechos.
La respuesta se enmarca en la duda. Durante el intenso y breve lapso en el que el proyecto del Nuevo Distrito Federal estaba en boca de todos fueron muy pocas las pistas en torno al destino que los planificadores le asignaban a esta modesta población.
Lo cierto es que hoy y ahora Guardia Mitre, a solamente 93 kilómetros de Viedma y Carmen de Patagones, se constituye en una interesante alternativa para turismo de cercanías, en cualquier época del año. No hay, en todo el territorio de la provincia de Río Negro, otra población que conserve un ámbito histórico tan completo y es aconsejable que se realice un relevamiento para un registro. De esta manera se podría confeccionar una reseña de antecedentes del espacio a preservar y, con asistencia conjunta de organismos provinciales y nacionales, desarrollar acciones que valoricen ese conjunto y lo potencien como atractivo.
De esta forma la cercanía geográfica y la lejanía histórica se conjugarían en beneficio de eventuales emprendimientos turísticos y gastronómicos, estatales y privados, que junto con la actividad agropecuaria le aseguren a Guardia Mitre su merecido despegue económico y productivo. (APP)
Texto y fotos: Carlos Espinosa, periodista de Carmen de Patagones y Viedma
Título original de la nota: Guardia Mitre, aquí cerca y allá lejos