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Cuando en 1902 el presidente de la Nación general Julio Argentino Roca decidió que se construya un mausoleo donde guardar los restos del General Manuel Belgrano, habían transcurrido ya 82 años de la muerte del creador de la Bandera Nacional.
Como suele suceder, las arcas nacionales estaban flojas de fondos, por lo que Roca ordenó la formación de una comisión que se ocupara de la obra y también para organizar una colecta popular que juntara los 108.000 pesos en los que se había presupuestado la obra,
La tarea debía realizarla el escultor Italiano Ettore Ximenez quien resultó el ganador de concurso público para la adjudicación de la obra.
A efectos de seguir de cerca la construcción de la obra y atender todo lo necesario al respecto, se nombró una comisión que, entre otras tareas, estaba encargada de extraer los restos de Belgrano de la precaria tumba donde había sido sepultado y mantenerlos en una bandeja de plata, hasta la finalización del mausoleo que sería el destino final.
La comisión organizadora de la tarea estaba integrada, entre otros, por el ministro del Interior de la época, Joaquín V. González, su par de Guerra, coronel Pablo Riccieri y supervisada por el escribano mayor de Gobierno Enrique Garrido.
Hasta aquí todo se desarrollaba con normalidad y se cumplían los objetivos de homenajear y reconocer el aporte del General Belgrano a la Patria, pero aparecieron algunos problemas en el momento de la exhumación de los restos del prócer.
Según los historiadores, esta se produjo el 4 de setiembre de 1902 a las 2 de la tarde cuando comenzó la excavación que se realizó con el cuidado necesario que la circunstancia exigía, posibilitó comprobar que el tiempo, la humedad del suelo y la precariedad de los materiales había prácticamente desintegrado del ataúd y solo encontraron polvo, unos pocos clavos y huesos y algunas piezas dentarias, o sea dientes sueltos.
Tras ese suceso, los diarios de la época plantearon en sus títulos principales y en artículos relacionados con la exhumación, que algunos de los presentes se habían quedado con los dientes de Belgrano.
El diario “La Prensa” fue categórico al pedir “que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación y a partir de allí se transformaría en comentarios de todo tipo por bastante tiempo y entre otros detalles solicitaba a los ministros del Interior y de Guerra, que devuelvan los dientes del patriota.
Los medios de prensa afirmaban que quien había denunciado a ambos ministros era el Fray Modesto Becco, testigo durante el acto de exhumación de los restos de Belgrano.
Junto con la misiva, Becco declaraba que el ministro Joaquín V. González le envió un diente reconociendo que se lo había quedado para mostrarles la reliquia a sus amigos. Por su parte, el ministro de Guerra Riccieri también restituyó la pieza dental, alegando que lo había llevado para mostrárselo al general Mitre.
Según otros medios gráficos, entre ellos mencionan a una revista de gran circulación en la época, “Caras y Caretas”, que fiel a su estilo publicó una nota que ilustraba con un dibujo que mostraba al General Belgrano saliendo de la tumba que expresaba “hasta los dientes me llevan, no les basta con los propios para comer del presupuesto”.
Una vez más, la denuncia de los medios de prensa logró que el ilícito quedara al descubierto y posibilite que vuelva a la normalidad y que los dientes hayan podido ser depositados junto a los pocos huesos del General Belgrano en el Convento de Santo Domingo, donde quedó inaugurado el Mausoleo el día 20 de junio de 1903.
Desde entonces el lugar es visitado por numeroso público que concurre a rendir honor al valiente, honesto y brillante hombre, considerado uno de los fundadores de nuestra Patria.
Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma
Las Grutas – Río Negro
