Según una leyenda checoslovaca, los tesoros enterrados de monjes libertinos guardados en monasterios están protegidos por los perros negros fantasmas y, según una tradición de ese país, el tiempo más propicio para intentar encontrarlos es Semana Santa; claro que habrá que enfrentar a los feroces guardianes.
Según la leyenda, en la ciudad de Vamberk, conocida por sus riquezas, se alzaba en tiempos remotos un monasterio que en lugar de mantener los monjes que lo habitaban una vida austera, vivían sumidos en el libertinaje. En castigo por la pecaminosa vida del monasterio, éste se hundió en la tierra con los tesoros acumulados y desde entonces “el terrorífico perro negro fantasma”, con ojos como fuego, ronda por el lugar.
También asegura la leyenda que al perro se lo veía frecuentemente entre los árboles o caminando con mucha atención, por lo que quienes lo observaban estaban seguros que vigilaba las riquezas escondidas bajo tierra.
Alguien que conocía parte de la leyenda y no había visto al “perro fantasma”, dominado por la codicia, decidió ir en procura de encontrar el tesoro escondido y se dirigió al lugar donde se decía se hundió el monasterio con las riquezas.
Aguardó la llegada del Viernes Santo, cuando en la Iglesia de Vamberk se entonaban los canticos de la Pasión de Cristo y se encaminó hacia donde sabía que se había hundido el monasterio donde se encontró con la escalera que conducía al sótano.
Se asomó entonces al oscuro subterráneo, que imaginó lo conduciría al tesoro; es más, sus ansias lo llevaron más lejos aún e intuyó un resplandor que lo asoció al tesoro que estimaba ya estaba al alcance de su mano.
Al momento que se disponía a avanzar hacia el tesoro, se apareció el “perro negro” con sus ojos echando fuego y olvidándose que la leyenda indicaba, que para ahuyentar a la bestia había que rezar o repetir varias veces la señal de la cruz, tomó el camino equivocado e intentó golpearlo con su bastón.
El “Perro Negro Fantasma” no demoró en responder con un violento ataque derribando al buscador del tesoro provocándole numerosas contusiones y heridas, por lo que tuvo que guardar cama por largo tiempo. Una vez recuperado, cegado por la ambición retorno al lugar donde la leyenda indicaba que se hundió el monasterio, pero nada hallo, ni vestigios del sótano, la escalera ni, por supuesto, del ansiado tesoro.
No obstante ello, el “Perro Fantasma” prosiguió rondando esa zona aterrorizando a quienes por allí transitaban incluidos carruajes, cuyos caballos se desbocaban al observar al Fantasma, que según la leyenda desapareció cuando se colgó en un árbol de la región, una imagen santa.
No crean que la cosa llegó a su fin así, ya que la leyenda continuó en un castillo de las cercanías del Sur de Checoslovaquia en una región a la que han bautizado como, “el paraíso de los espectros”.
Según la historia que se conoce del Castillo, este se ubica en Pribenice y cuando durante la Semana Santa se canta la Pasión de Jesucristo se aparece un fantasma, que ahora tiene apariencia de una oveja negra y es custodiada por dos hombres también vestidos de negro, que con palas remueven monedas de oro.
Pero, atención, porque en la escena también está el “ Perro Negro” que cuida que no se pierda ni una moneda, y si una de estas rueda fuera del montón, el perro la recoge y la coloca nuevamente en su lugar. La leyenda asegura asimismo que quien ve la oveja y la sigue podría hacerse del tesoro, aunque hasta ahora nadie lo ha conseguido.
Cuentan además que oportunamente dos pastores fueron conducidos por la oveja a través de los subterráneos del castillo donde estaba el tesoro y estuvieron cerca de lograrlo, pero apareció el perro y ataco a uno de los campesinos al que le prodigó varios mordiscos haciéndolos huir y quien recibió las dentelladas murió al amanecer.
Lo extraño y hasta paradójico es que leyendas de este tipo comenzaron a aparecer a lo largo de ese país y donde había un añoso castillo, algunos en ruinas, se decía que allí se encontraba un tesoro, un fantasma de “Perro Negro”, acompañado por otro animal, tal como la oveja que ya mencionamos, un chivo y otras especies.
Si bien se creía que la aventura de llegar hasta el tesoro era imposible, una joven mujer se tomó el trabajo de observar detenidamente el comportamiento del “Perro Fantasma” y el chivo, lo que le posibilitó comprobar que el domingo de Ramos y el Viernes Santo, durante un rato se entregaban al sueño, momentos que la muchacha aprovecho.
Por los subterráneos del castillo divisó el resplandor del tesoro hasta el que llegó y sin vacilar recogió un puñado de monedas de oro y huyó. Quienes relatan el episodio adjudican a la muchacha la inteligencia de no dejarse tentar por la codicia, y pensar que si demoraba demasiado el perro podía despertarse, como así también, que si ostentaba una mejoría económica descubrirían su maniobra, la que repitió entonces en varias ocasiones y cuando creyó que le alcanzaba para tener una vida confortable no volvió a tentar la suerte.
La historia o leyenda registra otro hecho, que habla de un minero quien en una noche de tormenta se extravió y tras deambular entre los cerros divisó las ruinas de un castillo, donde se guareció para pasar la noche. Al despertarse por la mañana se dispuso a recorrer el lugar y en esa actividad le llamó la atención una grieta en una pared rocosa, como le pareció también observar un destello introdujo su mano y extrajo una moneda de oro.
Como la grieta era demasiado estrecha, con algunas de sus herramientas comenzó a ensanchar la abertura y cuando le pareció hallar más monedas, escuchó tras de sí un gruñido aterrador y al darse vuelta se encontró con el terrorífico “Perro Negro Fantasma” que le mostraba sus amenazadores dientes y echando fuego por sus ojos.
No obstante la situación, el minero no se asustó y atacó al can con un palo con el que logró ahuyentarlo, aunque quedó en las cercanías ladrando y aullando. El hombre continuó su trabajo y consiguió llegar a un hueco repleto de monedas de oro, que cuando se dispuso a tomarlas, escuchó una voz amenazante que le indicó: “No tomes lo que no es tuyo” recomendación que el minero desoyó y prosiguió llenándose los bolsillos con las monedas de oro, para luego huir del castillo.
Una vez en su casa no sabía como llegó, se sentía mal, sentìa dolores en todo el cuerpo, la fiebre le nublaba la vista y le turbaba la conciencia.
Al día siguiente sus vecinos lo encontraron muerto, con su rostro ennegrecido y sus bolsillos en lugar de las monedas, solamente se encontraron piedras.
Actualmente se sostiene en Chocoslovaquia, que el siniestro “Perro Negro” se aparece en proximidades del Castillo “Kostalov” y está custodiando el tesoro, e incluso que “los Perros Negros Fantasmas” según se menciona en las leyendas checas y hasta se han convertido en tema de investigaciones de los estudios de enigmas, que incluye también a Gran Bretaña.
Texto: Eduardo Reyes, periodista y escritor de Viedma
Reedición (primera publicación febrero 2022)