El estado civil del presidente de la Nación cobró actualidad recientemente, ya que quien asumió la primera magistratura, Javier Milei, al igual que Hipólito Yrigoyen. quién dio comienzo a su mandato elegido por el voto popular en 1916, es soltero.
Por lo que se sabe, el actual presidente reconoce como su novia a la actriz y humorista Fátima Flores, mientras que Yrigoyen, quien también asumió como soltero, de acuerdo a los datos y registros de la historia, mantuvo apasionados romances con tres mujeres, con algunas de las cuales tuvo varios hijos.
Entre sus parejas, la historia menciona a Antonia Pavón, Dominga Campos y Luisa Baccichi y, según registran algunos documentos, con Antonia Pavón tuvo su primer hijo o hija ya que se trata de su primogénita Elena, quien se dice además que fue quien lo acompañó en los últimos días de su vida, a los 80 años.
De acuerdo también a los archivos oficiales, investigaciones particulares y anécdotas de le época, Yrigoyen, a pesar de no ser lo que definen como un “galán” o destacarse por su atractivo físico, tenía éxito con las mujeres por sus galanterías y buen trato.
Se destaca su actitud reconcentrada como uno de los atributos valorizados por el sexo opuesto, lo que afirman implicaba una tentación, como ocurrió con Antonia Pavón, la mujer señalada como una de sus tres grandes amores, como dijéramos, madre además de su primera hija, Elena. Esa relación se mantuvo entre 1872 y 1877, cuando apareció en la vida de Yrigoyen, Dominga Campos.
Con Dominga, Yrigoyen sostuvo un romance que se mantuvo por 12 años y con quien tuvo varios hijos, María, Luisa, Sara y Eduardo; además, según los registros, otros dos que murieron al nacer, como su madre que falleció al poco tiempo a causa de tuberculosis, en tiempo en que Irigoyen ya había decidido contraer matrimonio con ella.
La tercera mujer que conquistó a Yrigoyen fue Luisa Baccici, una muy bella mujer, austríaca y bailarina, viuda del escritor y diputado Eugenio Cambaceres, que convivió con Irigoyen unos 30 años y con quien tuvo un hijo, Luis Hernán, quien con el tiempo adoptó el apellido Irigoyen, ya que antes no había reconocido a sus otros descendientes.
Antes de seguir con el tema de sus amoríos y paternidades, digamos que a Irigoyen se lo conocía por el apodo de “El Peludo”, según algunos, por el hecho de caminar algo encorvado y como dato curioso se puede destacar que siendo presidente solía firmar los despachos presidenciales indistintamente con “Y” o “I”.
Algunos historiadores, quienes califican a Yrigoyen como una persona “enigmática”, sostienen que ante su íntimos reconocía que su primogénita Elena era su hija aunque no le haya dado su apellido.
Otros aseguran que el ex-presidente pudo haber tenido también un niño con una joven, hija de un militar y otros varios con alguna de sus alumnas, que deslumbradas por su profesor habrían tenido sus aventuras.
Hay en la vida de Yrigoyen otra historia de amor que tiene connotaciones dramáticas, propia de una novela que recorre aristas impensadas creadas solo por el ingenio de algún imaginativo novelista.
En ese capítulo se incluye a otra de sus enamoradas, que aseguran fue la joven Rufina Cambaceres, hija de quien fuera pareja de Yrigoyen, la bailarina y bella austriaca Luisa Baccici o Baccichi, pero esta es otra historia que merecerá una próxima nota debido a la resonancia que tuvo y perdura aún en los hechos misteriosos y dramáticos de nuestra historia.
Ya en 1932, Yrigoyen, anciano, cansado y enfermo retornaba de sus segunda reclusión en la isla Martín García, acompañado por su hija Elena y otros familiares. Para ese entonces, los médicos le habían diagnosticado “cáncer de faringe”, Irigoyen murió el 3 de julio de 1933.
De acuerdo a las crónicas de la época “moría un ex – presidente, un gran caudillo, pero moría además un hombre apasionado que se llevaba a la tumba el misterio de sus amores, de sus hijos y tantas otras cosas que quizás nunca se lleguen a develar.”
Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma
Las Grutas – Río Negro