La estepa árida y barrida por el viento de la parte de la Patagonia que le corresponde a la Argentina ha inspirado varias leyendas y teorías pintorescas. Entre ellas, las nociones que la orden medieval de los Caballeros Templarios tenía un fuerte en una meseta cerca de la costa al Sur de las Grutas, en la provincia de Río Negro, y que el río Chubut es el bíblico río de Canaán.
Tales hipótesis tienen su origen en relatos de viajes y mapamundis antiguos, así como en varias piedras talladas con figuras de apariencia medieval y escritura sugestiva del antiguo arameo que fueran encontradas en diversos sitios en la costa y a lo largo del río principal de la provincia del Chubut durante el siglo pasado. Algunas de ellas forman parte de la colección del Museo Regional que se encuentra dentro de la escuela salesiana en la ciudad de Rawson. El museo está cerrado al público en la actualidad.
Algunas de las piezas fueron sustraídas de antiguos chenques indígenas y otras salieron a la luz durante excavaciones hechas para la construcción de un gasoducto. Las figuras talladas en sus superficies –corazones, cálices, puntas de flecha, serpientes, tortugas, soles y caras de indígenas –diferencian estas piedras de otras manifestaciones de arte rupestre en la Argentina. El arameo, precursor de todas las lenguas semitas, fue la lEngua franca del Medio Oriente hasta su reemplazo por el árabe en el siglo IX d.C, cuando el Islam se convirtió en la religión dominante en aquella región.
Hasta su clausura hace un par de años, el Museo Regional Salesiano de Rawson tenía en exposición una colección de 32 de dichas piedras talladas. Al lado de cada una había una etiqueta con el lugar de origen. Todas fueron donadas, o adquiridas a terceras personas.
Cuando estuve en el museo, en diciembre de 2003, fotografié 15 de las piedras más interesantes en sus vitrinas. De estas, las que más se destacan presentan: (1) escritura de tipo semita; (2) un enjambre de serpientes, y (3) una cruz, un sol y una media luna. Esta última piedra es la única de mármol blanco, un tipo de roca metamórfica que no es de la región.
Al parecer, las piedras fueron talladas por personas distintas en diferentes momentos. Las serpientes entrelazadas, talladas en bajorrelieve, parecen ser de factura celta. El perfil de un cacique o guerrero nativo, también tallado en bajorrelieve, podría ser obra de un indígena que hubiera aprendido su oficio de un maestro europeo. Un hombre a caballo enfrentado a una gran punta de flecha parecería ser de la época post-Conquista, considerando que los caballos fueron reintroducidos en las Américas por los españoles. ¿O fueron éstos quienes que los trajeron?
Había deseado ver estas piedras desde fines de la década del 60, cuando Juan Foerster, un naturalista alemán que tenía un museo privado en Dos de Mayo, Misiones, me mostró una vieja revista científica con fotos de las vitrinas del Museo Salesiano de Rawson y un texto que hablaba de “piedras rúnicas” en el Chubut. Así fue que cuando en 2003 la provincia me invitó a recorrer la costa para escribir artículos de interés turístico, agregué el museo a mi lista de pedidos.
Luego de hacer algunas comparaciones de alfabetos antiguos en internet, yo diría que los caracteres de las piedras son más sugestivos del arameo (idioma hablado desde 700 a.C hasta el presente), que de las runas usadas por los pueblos germánicos desde el siglo III al XIII d.C.
Los caracteres no son indígenas. Ni el pueblo tehuelche (que habitó estas tierras 12.000 años antes de la llegada de los españoles) ni el mapuche (una etnia con raíces en Chile que absorbió a los tehuelches y otros grupos étnicos de la Argentina en el siglo XIX), desarrolló un sistema de escritura.
En el siglo XVII los curas jesuitas desarrollaron un alfabeto mapuche con letras latinas para poder evangelizar; ahora hay más de 10 alfabetos diferentes, pero con letras similares, en uso en la Argentina y Chile. El pueblo mapuche adoptó su bandera nacional en Chile recién en 1992. Antes, en 1987, Julio Antieco (1929-1993), un mapuche argentino, había inventado una bandera mapuche-tehuelche con una faja azul superior y una amarilla inferior, con una flecha azul sobre una faja céntrica blanca, pese al hecho que la bandera histórica de los tehuelches, la que usaron en el siglo XIX, era totalmente blanca.
Al contemplar estas piedras en Rawson, pensé (y sigo pensando): “O algún cura o escultor culto se entretuvo tallándolas durante las largas noches patagónicas invernales, o … son auténticas”.
Las piedras han atraído a numerosos investigadores de distintas partes del mundo, y han originado otras tantas interpretaciones de sus símbolos. Algunos señalan que los antiguos egipcios y asiáticos asociaron las serpientes con la fertilidad. Hay quienes ven un nexo entre el Islam y la media luna de la piedra de mármol blanco, y otro entre los corazones y el simbolismo cristiano del Medioevo. Pero no hay que olvidar que la media luna también forma parte de la imaginería mapuche.
La clausura del Museo Salesiano de Rawson obedeció un plan oficial de juntar las colecciones de los tres museos de la ciudad bajo un solo techo. El plan no se concretó, pero el museo que se halla dentro de la escuela salesiana permanece cerrado y algunas de sus piedras fueron prestadas a un museo municipal cercano.
Primeras exploraciones
Las piedras chubutenses salieron a la luz más o menos en la época en que los investigadores internacionales comenzaban a considerar la posibilidad que el Nuevo Mundo había sido explorado varios siglos antes del arribo de Cristóbal Colón en 1492.
Cuando Colón zarpó de España, él pensaba que la tierra al oeste de Europa era “las Indias” (el Sudeste de Asia) porque los mapas vigentes en la época mostraban a Sudamérica como una gigantesca península de la China.
Desgraciadamente, dichos mapas estaban basados en uno hecho por un egipcio que había alterado un mapa anterior de un fenicio que había mostrado nuestro continente como tal.
Durante el siglo XX, varios estudiosos de la talla de Paul Rivet en Francia, António Mendes Correa en Portugal y Dick Edgar Ibarra Grasso y Paul Gallez en la Argentina, entre otros, publicaron libros y ponencias sobre mapas antiguos y relatos de viajes transatlánticos y transpacíficos que se habrían realizado mucho antes que Colón llegó a Norteamérica. Así nos enteramos no solo que los fenicios (gente de lo que hoy son el Líbano y Siria) llegaron hasta Inglaterra en 1103 a.C. para explotar depósitos de estaño, sino también que los chinos descubrieron Norteamérica y Sudamérica en 400 d.C., y que Colón puso proa al Nuevo Mundo con copias de mapas hechos por cartógrafos levantinos en base a viajes que se habrían hecho 2.000 años antes de 1492.
Un destacado exponente de estas teorías fue Ibarra Grasso (1914-2000), quien durante la segunda mitad del siglo XX escribió muchos libros sobre los orígenes de los pueblos de América latina, basándolos en sus excavaciones y estudios, y aquellos de sus colegas. Es de sumo interés su libro Los mapas de América 2000 años antes de ser “descubierta”, publicado en Buenos Aires en 1997. Uno termina pensando: si las cartas marítimas y copias de ellas se difundían en Europa y Asia durante un período de tiempo tan largo previo al viaje de Colón, y los navegantes griegos, árabes y asiáticos concluyeron que la tierra es redonda mucho antes que los europeos admitieron que no es plano, ¿por qué no podrían haber llegado hasta el sur de Sudamérica – por las mismas rutas marítimas que usarían exploradores españoles y portugueses varios siglos después – cristianos que se escapaban de las invasiones musulmanas en Tierra Santa?
La principal pregunta clave sería: ¿Por qué querrían llegar tan hacia el sur en 800 o 1314 d.C.?
La fascinación por los Templarios
Desde su fundación en 1099 para proteger a los peregrinos de los musulmanes en Tierra Santa, los Caballeros Templarios (de la Orden del Templo) han ejercido una especial fascinación sobre los comunes mortales. Empezaron tan pobres que su sello muestra dos hombres compartiendo un caballo de guerra, pero la Orden terminó teniendo su propia armada y prestando dinero a mucha gente, incluyendo los reyes.
La manera artera en que la Orden fue suprimida en Europa a principios del siglo XIV aumenta su aura, y la causa templaria cuenta con numerosos adeptos en el mundo de hoy.
En la novela estadounidense “best seller” The Da Vinci Code (El Código Da Vinci), publicada en 2003, juegan papeles de villano la Prioría de Sion (llamativamente fundada el mismo año que la Orden del Templo), el Opus Dei y, en consecuencia, el Vaticano, porque intentan impedir que el mundo sepa que Jesús dejó descendientes capaces de hacer recordar a la gente la importancia de sus enseñanzas. Este sesgo anti-Vaticano refleja los sentimientos de muchos simpatizantes de los Templarios respecto a la manera en que la jerarquía religiosa abandonó a los líderes de la Orden a su destino. Además, es una indicación del interés que suscitan los Templarios en la actual era digital, que es también un período de la historia universal marcado por un auge del fundamentalismo islámico violento.
Para ver un ejemplo de esta adulación en los Estados Unidos, con merchandising incluido, entre en www.templarhistory.com. Para pispiar la versión local de la Orden, vea www.argentemple.com.ar.
Hay quienes sostienen que la fuente de la riqueza de los Templarios fue el oro que trajeron de Norteamérica o Sudamérica durante sus dos siglos en Tierra Santa. Esta teoría surge en parte de una referencia bíblica a los viajes de tres años en busca de riquezas que la armada de un rey fenicio hizo por encomienda del Rey Salomón alrededor de 1000 a.C., y de la creencia que los fundadores franceses de la orden descubrieron los mapas del famoso líder hebreo durante excavaciones en su sede en el Monte del Templo en Jerusalén más de dos mil años después.
Sin embargo, la leyenda más popular es la que dice que justo antes del arresto de los líderes franceses de la Orden del Templo en 1307, el tesoro de la misma desapareció de su sede en Paris y la flota templaria abandonó el puerto de La Rochelle para un destino desconocido. Los jefes de la plana mayor templaria fueron torturados por la Inquisición, obligados a firmar confesiones falsas de herejía y otros crímenes, y quemados en la hoguera en París en 1314 por un rey francés que debía dinero a la Orden. Fue en Escocia, uno de los lugares en Europa donde los Templarios sobrevivientes encontraron refugio, donde surgió la Masonería a fines del siglo XVI.
En Buenos Aires, la Fundación Delphos sostiene que un grupo de cristianos celtas establecieron un fuerte sobre una meseta cercana al mar que hoy día se conoce como El Fuerte y que los Templarios escapados de Francia trajeron el Santo Grial a estas tierras después del desbande de la orden en el siglo XIV. Dicen que la meseta de El Fuerte aparece en varios mapas europeos como el emplazamiento de un fuerte abandonado hasta el siglo XIX.
Tiempos atrás, el mar llegaba más tierra adentro y probablemente hasta la meseta, que hoy se encuentra a 1 km del agua. La gente de Delphos, que pasa mucho tiempo hablando con gente local, dice que leyendas indígenas hacen referencia a hombres blancos con cañones que ocupaban la meseta antes de la llegada de los españoles.
El grupo dice haber descubierto restos de mosaicos de cerámica sobre la meseta. Delphos ahora busca vestigios de una segunda ciudad de los antiguos cruzados en la Meseta de Somuncurá. Desde 1997, sus miembros han hecho más de una docena de expediciones a las costas de Río Negro y Chubut y a la Meseta de Somuncurá, compartida por ambas provincias.
Vea sus estudios en http://www.delphos.com.ar/.
Visite también http://www.cristobalcolondeibiza.comy/ http://globalizacion.no.sapo.pt/
La meseta de El Fuerte, Fundación Delphos. Cinco piedras talladas del Museo Regional Salesiano de Rawson, Chubut, Bonnie Tucker. Mapa dibujado por el cartógrafo alemán Henricus Martellus Germanus en 1489. Sello templario. Templarios en un grabado antiguo. Mapa atribuido al cartógrafo francés Jean Antoine Victor Martin de Moussy, publicado en su atlas de 1869, y una expedición de la Fundación Delphos, ambas de Fundación Delphos.
Fuentes:
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Título original de la nota: Las misteriosas piedras talladas de la Patagonia ¿Fenicios y Templarios en el Chubut?
Bonnie Tucker / FST
Publicado por Meseta de Somuncurá, en Facebook
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Texto: Reedición