Los jabones fueron, son y serán los aliados eternos de la higiene personal. Se cree que “el jabón se inventó hace más de cuatro mil años. Se han encontrado en la Mesopotamia tablillas de arcilla sumerias que mencionan la mezcla que se obtenía de hervir aceites con potasio, resinas y sal y sobre su uso medicinal, oliva y aceite de laurel”.
Sería más apropiado denominarlos “jabones del tocador”, pues en ese preciso lugar lo guardaban nuestras abuelas y madres.
Cada uno de nosotros, desde la más tierna edad, tenemos presente en nuestro olfato el aroma característico de cada uno de ellos y las marcas de jabones en polvo y de “lavar la ropa” que se usaban hasta varios atrás. Siempre pregonados en las propagandas cada uno, además de su nombre de fantasía, tenían un slogan característico, por ejemplo: “Rinso, que lava más blanco” y, mucho más conocido y vigente “el jabón de las estrellas” que promovía a la tradicional marca Lux.
Entre los jabones de lavar la ropa eran comunes los nombres que adherían a parcialidades políticas como “Federal”, “Radical” y “Manuelita”, por citar algunos. Y quién no recuerda esos de coloración marrón que se vendían sin empaquetar y que son muy recomendados por los profesionales de la salud.
Otros jabones en polvo todavía siguen saliendo marcas como “Espuma”, “Zorro”, “Limzul, la fuerza blanca”, “Guereño” y “Camello”, ahora competidos porque llegó “Ariel” y “Skip”, más modernos.
Con respecto a la familia de los llamados de tocador, la lista es mucho más amplia. Entre los más conocidos aparte del “Lux”, podemos citar al “Palmolive”, “Campanita”, “Nivea”, “Rexona”, “Plusbelle”, “Dove” y tantos otros. Pero sin duda hay uno emblemático que logró hacer pasar a la fama a la modelo que lo promocionó en una propaganda televisiva diciendo “haceme shock” asociando a su marca “Cadum” con Susana Giménez.
No en vano cuando hemos pasado miedo en una situación prestigiosa solemos exclamar con algo de alivio: ¡Qué jabón!!. Y un refrán que vale oro: “En la casa del jabonero, el que no cae se resbala”.
Y sin lugar a dudas la jabonería más famosa de nuestra historia argentina es la que tenía Hipólito Vieytes con su socio Nicolás Rodríguez Peña.
Hay muchas alusiones a los jabones en la historia y la literatura, pero vale la pena reproducir una hermosa poesía del poeta Pablo Neruda, Oda al jabón:
“Acercando / el / jabón / hasta mi cara / su cándida fragancia / me enajena: / No sé / de dónde vienes, / aroma, / de la provincia / vienes? / De mi prima? / De la ropa en la artesa / entre las manos / estrelladas de frío? / De las lilas / aquellas, / ay, de aquellas? / De los ojos / de María campestre? / De las ciruelas verdes / en la rama? / De la cancha de fútbol / y del baño / bajo los / temblorosos / sauces? / Hueles a enramada, / a dulce amor o a torta / de onomástico? Hueles / a corazón mojado? Que me traes, / jabón, / a las narices / de pronto, en la mañana, / antes de entrar al agua / matutina / y salir por las calles / entre hombres abrumados / por sus mercaderías?
Qué olor de pueblo / lejos, / qué flor / de enaguas, / miel de muchachas silvestres? / O tal vez / es el viejo / olvidado / olor del almacén / de ultramarinos / y abarrotes, los blancos lienzos fuertes / entre las manos de los campesinos, / el espesor / feliz / de la chancaca / o en el aparador de la casa / de mis tíos / un clavel rojo, / como un rayo rojo, / como una flecha roja? / Es eso / tu agudo / olor / a tienda / barata, a colonia / inolvidable, de peluquería, / a la provincia pura, / al agua limpia? / Eso / eres / jabón, delicia pura, / aroma transitorio / que resbala / y naufraga como un/ pescado ciego / en la profundidad de la bañera”.
Yo por mi parte, muy delicado, entre todas las variedades de jabones, elijo los de gelatina. Y, un consejo a lavarse las manos, y recordar siempre que “una mano lava la otra y las dos lavan la cara”.
Texto: Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta (Río Negro)