Según registros históricos, los primeros humanos que llegaron al Sur bonaerense y Norte rionegrino lo hicieron desde Norteamérica provenientes de Asia y fueron quienes protagonizaron significativos hechos, muchos de ellos de enfrentamientos y violencia, como otros acordados en negociaciones.
La misma información sostiene que estos grupos poblaron los sistemas serranos de Tandilia, Ventania y la llanura de la región. Agrega que se encontraban organizados, eran nómades, basaban su economía en la caza, en las recolecciones de vegetales silvestres y eventualmente en la pesca.
En el siglo XVI con la llegada de los españoles se encontraron que numerosas culturas indígenas habitaban la región pampeana y el Norte patagónico, cada una con su propio idioma, creencias religiosas y su cultura, relacionadas entre sí mediante el comercio y alianzas.
Claro que también existían los conflictos, especialmente por el dominio de los recursos, el control de las aguadas, zonas de caza y rastrilladas. Aunque hubo un hecho que provocó un cambio notable, ya que con los españoles llegó el caballo al que aprendieron como domarlo y utilizarlo.
El caballo, debido al hábitat favorable, se multiplicó rápidamente y su uso les permitió a los aborígenes ampliar sus áreas de acción como la caza, el comercio a otras áreas, como modificar también sus tácticas de guerra.
Los cronistas de entre los siglos XVIII y XIX dejaron testimonios respecto de los habitantes de la zona y los describieron como “gente de a caballo” diferenciándolas de las primitivas de a pie del siglo XVII, que vivieron además el proceso de araucanización.
Este proceso se dio con Calfucurá a la cabeza que fue ocupando por oleadas sucesivas y agresivas el Norte de la Patagonia y la llanura pampeana, obviamente tentados por las riquezas existentes como el abundante ganado vacuno y equino.
Lo extraño es que las sociedades que se formaron entre distintas etnias, se consolidaron a través de operaciones comerciales por yerba, harina, y tabaco, que cambiaban por ponchos, plumas, ganado, como asimismo piezas de talabartería.
Los araucanos o mapuches aportaban mucha mano de obra y también tecnología que era considerada eficiente, sobre todo en los tejidos, uno de los rubros más importantes en el intercambio. De acuerdo a testimonios de religiosos de la época, alrededor de 60.000 ponchos cruzaban de Chile por año, junto a cestos, fuentes de madera y sal, que en gran medida se negociaban en Patagones donde los tehuelches ofrecían caballos, vacas y ganado menor.
Y si bien se sabe que se producían enfrentamientos entre las etnias, en general para ejercer el dominio sobre aguadas, rastrilladas, zonas de caza, no todo era guerrear, ya que los tehuelches que dominaban la Patagonia hasta Punta Arenas en Chile eran proveedores naturales de diversas colonias, entre ellas la galesa demandante principalmente de cueros, como carnes diversas para su alimentación.
Lo cierto es que a pesar de hacer referencia a la Patagonia, como un inmenso desierto, no eran pocas las etnias que circulaban por estas soledades negociando diversos productos, como los ya mencionados, tejidos, cueros, hacienda, plumas y artículos de talabartería.
Siempre de acuerdo a los registros de investigadores y estudiosos, uno de los elementos muy codiciados eran los ponchos que en buen número negociaban los indígenas a principios del siglo XIX y que de acuerdo a las descripciones, los ponchos pampas tenían una trama tan apretada que no dejaban pasar ni el agua de lluvia, por eso eran tan apreciados por los criollos.
Las mismas fuentes de información sostienen que los tehuelches dominaban el mercado y eran quienes abastecían, como ya lo mencionamos, a distintas colonias como las galesas en proximidades de la costa atlántica, a comerciantes ya establecidos, incluidos hasta los de Punta Arenas.
Sostienen también registros de estudiosos, que a comienzos del mismo siglo, la comunidad indígena era étnicamente muy heterogénea debido a la araucanización por la presencia de grupos de mapuches, ranqueles, aonikenk, pampas descendientes de querandíes, pehuenches, grupos surcuyanos y principalmente los más antiguos residentes de estas tierras como los tehuelches.
Tras consultar documentación existente al respecto, nos encontramos con datos precisos en relación a los apellidos Tehuelches, que tuvieron una trascendente participación en la defensa y desarrollo de nuestro territorio.
Estos fueron los Ancalao y Los Linares, a quienes nos referiremos u ocuparemos en una próxima entrega así como a sus trascendentes participaciones en actos o hechos muy significativos para el país.
Texto: Eduardo Reyes, escritor y periodista de Viedma
Las Grutas -. Rio Negro
Foto ilustrativa