Tiempo atrás, en los buffet de los clubes o bares era común que los asistentes o parroquianos dispusieran de mazos de naipes para compartir partidas de una interesante variedad de juegos, fichas de dominó o tableros de ajedrez, algo que ha ido desapareciendo con los cambios que ha provocado la modernización y tecnificación, aunque hay bares, confiterías, cantinas o buffet de clubes, que se resisten a perder esos valores culturales tradicionales íntimamente vinculados con el esparcimiento en lugares públicos que han desaparecido o reemplazadas por maquinas.
Era bastante común, además, que en domicilios particulares se juntaran familias amigas para disfrutar de la reunión y bastante probable que organizaran partidas de naipes que incluían juegos tales como el “mus”, “truco”, “escoba” o “la brisca” y otros, pero esto también cayó en desuso.
Entre los juegos sugeridos aparecía “la brisca”, que tiene cierta similitud con “la escoba” y parece que quien más lo practicaban o jugaban eran las damas. De acuerdo a lo que se sabe, si bien el juego llegó de España la palabra “brisca” proviene del francés “brisque” y hace referencia a un actor gran jugador de naipes de nombre Briscambille, que al llegar a España pasó a llamarse “Brisca”.
Se juega con las cartas o naipes españolas entre dos, cuatro y hasta seis personas divididas en dos grupos de tres y el objetivo es lograr la mayor cantidad de puntos. Las reglas o dinámica del juego son distintas según en la región donde se disputa la partida, lo que hace complicado dar precisiones.
No obstante, como el triunfador del juego es el que logra reunir mayor cantidad de puntos de acuerdo a la suma de naipes que acumula, le informamos que el as vale 11 puntos, el tres 10, el rey 4, el caballo 3 y la sota 2.
Los participantes recibirán tres naipes cada uno y las irán jugando para reunir la mayor calidad de puntos teniendo en cuenta su valor y el palo es decir si es (oro, espada, copa o bastos) y como elemento absolutamente distinto a otros juegos, entre los compañeros pueden mostrarse las cartas para jugar en consecuencia
Como señalamos antes, con algunas diferencias el juego en sí tiene cierta similitud a la escoba, ya que la finalidad de ambos es lograr la mayor cantidad de puntos que se reúnen según los valores asignados a los naipes y también tiene la particularidad de sufrir variaciones de acuerdo a la zona donde se desarrolle la partida.
Pero mucho más allá del juego y su forma, manera o reglamento para jugarlo, me detengo en la merma sufrida de adeptos a practicarlo.
Es interesante detenerse en el cambio de conductas o hábitos que se refleja indudablemente en aspectos que tienen que ver con el esparcimiento, como en otras actividades que han experimentado cambios obligados.
Como suele suceder con este tipo de entretenimientos, y como ya lo adelantamos las reglas para jugar la partida varían según la región, aunque el fin es el mismo, es decir resulta ganador aquel que logró conseguir la mayor cantidad de puntos según lo pactado o definido al iniciar el juego. Por lo tanto es difícil hacer conocer las reglas para el desarrollo de la partida, debido a las diversas variaciones que se aplican, como dijimos, de acuerdo a la región donde se dispute el juego y según lo acordado o pactado por quienes participan de la partida.
Lo notable es que como en otras ocasiones que hemos destacado, la brisca, al igual que numerosos juegos que se practican con naipes, fue muy popular en España y debido a la inmigración tuvo también en su momento una importante adhesión en la mayoría de América.
Con el tiempo, este como otros juegos de los conocidos como “de mesa”, posiblemente a las modificaciones producidas por la tecnificación o las costumbres, ha ido quedando en el olvido.
No obstante, consideramos interesante recordar que este juego, como tantos otros que han dejado de practicarse, fueron en su momento motivo de encuentro o reunión de amigos o familiares que encontraban en “La Brisca” un motivo o excusa para reunirse y compartir momentos de distracción.
Texto: Eduardo Reyes, escritor de Viedma
Las Grutas — Río Negro