Según la leyenda, se trata del séptimo hijo de Tau y Karana de la mitología guaraní sobre quienes cayó una maldición, por ello las noches de viernes de luna llena la criatura se convierte en un animal mitad perro y mitad hombre, en tanto que otras versiones aseguran que se transforma en mitad lobo y mitad hombre y no faltan las que transforman al aparecido en mitad cerdo y mitad hombre.
Durante la transformación, a causa de sufrir intensos dolores, busca un lugar apartado en el monte para no ser visto y ya concretada su cambio en perro o lobo de grandes dimensiones, negro con ojos rojizos, se moviliza durante toda la noche.
Obviamente, su presencia atemoriza principalmente a los perros que ladran y aúllan sin parar y, según algunos, la bestia trata de llegar al cementerio con el propósito de alimentarse de cadáveres.
Se hace referencia que el hechizo del lobizón desaparece al llegar el día o con su propia sangre, si es que en sus andanzas ha sufrido algún corte o lastimadura.
Es interesante agregar que en la mitología guaraní al lobizón se lo conoce como el luisón o juicho y se lo considera uno de los siete monstruos de la mitología y de acuerdo a las creencias, el séptimo hijo varón de una familia de siete hijos varones, al llegar a los 15 años se transforma en luisón.
Según las creencias, este ser de aspecto espeluznante se encuentra ubicado en la encrucijada del camino entre la vida y la muerte, al que se considera como el monstruo más temido y aborrecido y uno de los engendros malditos.
Claro que el temido lobizón o luisón no es el único que aparece, no se sabe si realmente o en el imaginario y como la mayoría vienen emparentados con castigos a los que se exceden, o a traer justicia para los que llegan a proteger a cuestiones naturales, como por ejemplo la flora y la fauna, por lo que le atribuyen acciones devoradoras de hombres y mujeres, como los que roban niños.
De acuerdo a las creencias populares, los viernes y martes con las primeras sombras de la noche estos mitos salen para convertirse en los dueños de pueblos o villas. El lobizón o luisón pierde su forma humana y se convierte en el animal de horrible aspecto en busca de los cementerios, según las narraciones para revolcarse en los muertos y alimentarse.
Otras versiones afirman que a medianoche persigue a los seres humanos con el propósito de asustarlos y convertirlos también en lobizones o luisones. Se dice por otra parte que los perros, incluso las jaurías de ellos los persiguen y les ladran aunque no se acercan demasiado porque perciben un muy desagradable olor y les temen por su aspecto y sus temibles garras.
Con las primeras horas del día retoma su forma humana y presenta un aspecto cansado, sucio y esquivo, confundiendo a quien lo observa que no sabe si tenerle lastima o miedo, ante la duda que se le presenta respecto a definir si es o no un luisón.
Quienes han estudiado el tema afirman que en este aspecto es similar a los “vampiros”, ya que quienes lo presienten se santiguan, oran y hacen silencio. Pero aquí no termina la cosa, ya que el mito, real o supuesto, involucro hasta la astrología y a decisiones que provocaron medidas presidenciales.
Muchos aseguran que al nacer el luisón en el cielo se observó un brillo espectacular al que siguió el nacimiento de las estrellas a las que se conoce como “las siete cabritas o cabrillas”, a las que consideran que eran la señal que la maldición a Tau y Kerana, había cesado, pero el monstruo y sus seis hermanos quedaban para atemorizar a quienes habitaban la región.
Los inconvenientes o problemas continuaron como consecuencia que los supersticiosos llegaron a sacrificar a su séptimo hijo, por temor a que les hubiera nacido un lobizón o luisón.
Ante esta grave situación en la que derivó la realidad de los hechos sucedidos o las creencias, tanto en Argentina como en Paraguay desde el siglo XIX, se acostumbra que el presidente de la República sea designado “padrino” del séptimo hijo varón de un matrimonio consolidado.
Si bien en primera instancia en nuestro país se trataba de una cuestión informal, existe documentación que desde 1907 se efectuó el primer bautismo oficial y desde el 12 de Marzo de 1973, el entonces presidente Perón dio formato legal mediante el decreto 848 a esta costumbre, que se denomina “Ley de padrinazgo presidencial”.
Mediante esa ley se otorga becas para estudios primarios y secundarios, aunque no crea derechos, ni beneficios de otra naturaleza en favor del ahijado ni familiares.
Texto: Eduardo Reyes, escritor de Viedma
Las Grutas — Río Negro