Oportunamente supe transcribir un apasionante relato del escritor Andrés Lorca, relativo a hechos sucedidos en la famosa “Casa de Piedra” de Valcheta.
Construida a la vera del arroyo y rodeada por un hermoso parque y viñedos, la misma encierra secretos enriquecidos –como siempre pasa- por la imaginación de lugareños y visitantes.
Hasta se suele hablar que la misma en los años cuarenta, después de la caída del Tercer Reich, en su lóbrego sótano supieron reunirse algunos exiliados alemanes reunirse para conferenciar sobre sus asuntos, pero por supuesto que son puras suposiciones.
Lo cierto es que la tétrica Casa de Piedra sigue guardando sus secretos y es motivo de atracción para los turistas y visitantes que desean conocerla.
En ella se criaron caballos pura-sangre traídos desde Buenos Aires con un muy árbol genealógico. En el Museo Provincial se pueden apreciar los cuadros de chapón con el linaje de los mismos y un tanque de combustible encontrado en ella con una cruz esvástica en relieve que abona aún más esas suposiciones sobre reuniones de jerarcas nazis, después de la gran contienda, pero como se sabe esos envases de combustible eran muy usuales en aquellos años.
Para refrescar la memoria de los lectores es adecuado transcribir el relato de ficción de Andrés Lorca.
LA TÉTRICA “CASA DE PIEDRA” DE VALCHETA
DICEN QUE EN SU SÓTANO SE OCULTARON ALGUNOS NAZIS. QUE LOS ESPECTROS VAGAN A SU ANTOJO. QUE UN FANTASMA TOCABA EL PIANO.
El escritor Andrés F Lorca –oriundo de Valcheta y radicado en Viedma- en su libro “Yuxtaposiciones” en un ameno relato rescata las viejas leyendas que envuelven a la tétrica “Casa de Piedra”.
Escribe que “esta casa se encuentra sobre la parte verde de Valcheta a unos 100 metros del arroyo. Debe su nombre a que le han puesto piedra laja a la vista, o sea, sobre el revoque”.
“La casa está en el centro de un terreno enorme y rodeada de pinos; por sobre los pinos se pueden observar las montañas dinamitadas producto de la actividad minera de épocas anteriores”.
“Recuerdo muy bien esa casa. Yo iba con mi viejo, me llevaba a recolectar los frutos de los pinos que tanto me gustaban. Obviamente estaba deshabitada y por consiguiente muy descuidada. Los bancos del porche todos rotos y astillados, los vidrios rotos (aunque nunca me atrevía a mirar hacia adentro), hojas secas regadas por todo el suelo, en fin, sólo una casa descuidada”.
“Pero lo interesante de este lugar era lo que se decía: aparentemente había un fantasma que tocaba el piano todo el tiempo. Algunos había podido escucharlo mientras caminaban por las montañas dinamitadas, actividad bastante común, aunque no me lo crean”.
Nunca se escuchaba este piano cuando se estaba dentro de la casa, o mejor dicho dentro del parque, ya que no creo que nadie se haya atrevido a entrar alguna vez”.
“Además de este fenómeno sobrenatural que se atribuía a la casa, había quienes sostenían que pos su sótano se podía entrar al mismo infierno, que se habían sucedido varias muertes en lo que llevaba construida la casa, que no solo era uno, sino que la casa estaba llena de almas en pena, en fin…una casa muy tétrica”.
Recogiendo datos históricos se sabe que la hizo construir un poblador llamado Sitriniti, hombre de cierta posición acomodada que incluso supo traer a ese predio caballos pura sangre de studes de Buenos Aires, cuyos pedrigues (en chapas esmaltadas) se pueden observar en el Museo local.
Con el paso del tiempo la adquiere un agrimensor de nombre Jadot Mirovsky, que trabajó en el catastro de Valcheta y por el particular misterio de este personaje se agregaron nuevas leyendas y decires de la famosa Casa de Piedra.
Lugar temido, al encontrarse en su alrededor algunos tarros para combustible ornados con cruces esvásticas, corría el rumor que en su sótano albergó a algunos nazis escapados después de la caída de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
El bosque que rodea a la misteriosa casa cuanta con especies arbóreas de otras latitudes, nogales de excelente calidad, cipreses, pinos, frutales y demás.
Andrés Lorca, en su ya citado relato, agrega otro hecho trágico sucedido en la viaja Casa de Piedra, donde las ánimas asustan a unos jóvenes que vinieron a pasar unas vacaciones en la misma.
El mismo autor al final de su apasionante texto escribe: “No creo que ni todos los espectros y supersticiones ficticias del mundo puedan ser más terribles que una sola mente humana. Porque como alguna vez leí en un cuento de Honoré de Balzac, “todos los horrores que los novelistas creen inventar, están siempre muy por debajo de la verdad”. Saquen sus propias conclusiones”.
Texto: Jorge Castañeda
Escritor –Valcheta
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