Seguramente te resulte familiar, y descontamos que muchos de nuestros lectores alguna vez la hayan utilizado sin conocer el origen de la misma, esta expresión que tiene siglos de su aplicación.
Para encontrar el origen hay que remontarse a la época de los faraones, cuando de las diez plagas que Yahve lanzó sobre Egipto para presionar al faraón Ramsés a liberar a los judíos, una de las plagas era una invasión de moscas. Aquello pudo haber sido el símbolo en previsión de una eventualidad o un mal mayor, cuando alguien expresó en señal de alerta “por si las moscas.”
Según la interpretación que se le da al conocido dicho popular, está relacionado con la recomendación de “hacer o dejar de hacer algo” a efectos de actuar en previsión de consecuencias imprevistas. Interpretándose que su utilización está dirigida a “por si acaso” o “por las dudas”.
Para ser más concretos en la explicación, digamos que alguien que está por salir a realizar una actividad, advertirá que “está nublado” pero no anuncian lluvia, no obstante decide salir con paraguas “por si las moscas”.
Quienes analizan con mayor precisión la expresión, sostiene que la frase es muy usada para advertir que es conveniente tapar la comida a efectos de evitar que las moscas contaminen los elementos, por lo tanto adoptar esta medida por precaución, mas aún si consideramos que era aplicado cuando aun no existía las heladeras.
En la práctica, la utilización de esta expresión “por si las moscas” era considerada sinónimo de “por si acaso” y en su mayoría se inclinaba por la versión relacionada con cubrir alimentos con un paño para protegerlo de las moscas, a las que consideraban que podían estropear la comida y evitar contraer alguna enfermedad ante el convencimiento que las infecciones y enfermedades eran transmitidas por estos insectos.
No obstante, como lo indicamos al principio, se insiste en otra historia o leyenda que se origina a finales de siglo XIII, que es bastante discutida debido a la cantidad de contradicciones halladas a través de la historia, por lo que no son pocos los que consideran imposible que la expresión que nos ocupa haya surgido de ese hecho.
La versión nace en el 1287 en la población de Girona, la que al parecer fue atacada por soldados franceses enviados por el duque de Borgoña, Felipe II y aquí algunos ya señalan como error, ya que este personaje habría nacido medio siglo después.
Claro que los historiadores encuentran otros detalles para discutir, como por ejemplo que los invasores, durante su asedio profanaron la tumba de San Francisco, patrón de la población ante la presunción que en su tumba se guardaban valiosos tesoros, pero al abrir el sepulcro salieron gran cantidad de moscas que atacaron a los soldados, los que debieron huir y algunos enfermaron de una extraña peste.
Otra historia afirma que tropas francesas que no procedían de Borgoña si intentaron sitiar Girona, pero ocurrió dos años antes, al mando del rey Felipe III de Francia en el marco de la “Cruzada contra la corona de Aragón”, que había promovido el Papa Martín IV contra el rey de Aragón Pedro III, el Grande.
Más contradicciones aparecen en una nueva historia, que relaciona igualmente la presencia de moscas, pero estas, se segura nada tuvieron que ver con la peste que sufrieron los soldados. A todo esto y para arrimar mas confusión al tema, muchos siglos después se vinculó la leyenda de las moscas de la tumba de San Narciso.
Quienes han investigado este asunto coinciden en que la primera teoría sobre esta expresión está relacionada con el hábito de tapar los alimentos, debido a que existía la creencia que si las moscas se posaban sobre los alimentos pueden echarlos a perder, por lo tanto como medida de precaución se protegía la comida, cubriéndola con un paño, “por si las moscas”.
La expresión se popularizó con el tiempo hasta utilizarla como sinónimo de “por si acaso”, “por cualquier cosa” o “por lo que pueda suceder”, siempre estará relacionado con tomar precauciones anticipadas por si ocurre un evento inesperado, para lo que hay que estar preparado, o para que no nos sorprenda y admitir la vigencia del dicho popular; “hombre prevenido, vale por dos”
Texto: Eduardo Reyes, escritor de Viedma
Las Grutas — Rio Negro