Bandidos: Muchos chilenos en bandas asolaron la Patagonia durante largo tiempo

 

Si bien estas bandas de chilenos no alcanzaron la repercusión de la bandolera inglesa Elena Greenhill Backer ni los estadounidenses Butch Cassidy y Sundance Kid, que cometieron fechorías de todo tipo, tampoco pasaron inadvertidos.

Quien ofrece una precisa reseña de las actividades de estas bandas, es el escritor y profesor de Historia de las Universidades Nacionales de La  Plata y la Universidad Nacional de Mar del Plata, Gabriel Rafart, quien además se desempeñó como columnista en el diario Rio Negro. (foto de portada)

En el libro “Tiempo de violencia en la Patagonia”, Rafart basándose en trabajos de especialistas, no solo se refiere al comportamiento o las andanzas de los bandidos, sino que se ocupa de las acciones de la Policía y la Justicia.

De tal manera, el bandolerismo es analizado desde la óptica de científicos sociales desde una mirada considerada novedosa,  que otorga diferencias de acción de las bandas calificándolas de buenos, malos, criminales, políticos y mafiosas.

De tal análisis surge con claridad que entre esos bandidos es bastante común que aparezca o surja alguna de esas personas con atributos de líder o jefe, y entre ellos destacan a uno llamado Juan Balderrama, que al parecer disponía de la mayoría de estas necesarias características.

De acuerdo a las investigaciones sobre este tema, por algunos considerado como el “Bandolerismo” en la Patagonia, estuvo alentado por la escasa población o habitantes y obviamente, por la misma razón, ausencia de autoridades en muchos kilómetros.

Al mismo tiempo surge de las investigaciones, publicaciones y numerosa literatura al respecto con su correspondiente clasificación de los “bandidos”, como salteadores, asesinos para algunos y para no pocos una especie de bandidos “sociales” tipo “Robin Hood” ya que no pocos celebraron el despojo que sufrieron comerciantes y hacendados.

Al respecto, en su libro “Tiempo de violencia en la Patagonia”, Gabriel Rafart atribuyó una frase que califica de enigmática y que habría sido pronunciada por uno de los cómplices de Balderrama, quien considera a los damnificados como “los  anarquistas con los pobres”.

A raíz de esta marcada diferencia social, los más pobres o desposeídos tomaban partido por quienes en su accionar delictivo despojaban de bienes a los ya mencionados comerciantes y hacendados.

Muchos de ellos por recibir algo de lo obtenido en el fruto de los delitos o por prestar colaboración a raíz de alguna ayuda o complicidad.

Claro que este tipo de accionar fue interpretado como benefactor de los necesitados, pero algunos se encargaron de aclarar que ninguno de los que adquirieron esa fama se acercaron a Robin Hood, como se los comparó a los más aproximados como Juan Bautista Vairoletto o Segundo David Peralta a quien se lo conocía como “Mate Cocido”

De todos modos lo que algunos interpretaron como “bandolerismo social, romántico o justiciero” quedó rápidamente descalificada ante la mayoría que interpretaba el accionar de estos sujetos como “bandolerismo en general”,  cuyas actividades fueron consideradas como hechos criminales.

Si bien el tema mereció estudios profundos y exhaustivos, las conclusiones por lo general no superaron el calificativo de “rebeldes primitivos” y solo se lograron considerar que accionaban simultáneamente, los bandidos sociales o buenos, como los bandidos criminales, muchos de los cuales llegaban con bandas armadas desde Chile.

Hay que destacar, por otra parte, que además del bandolerismo ocasional y esporádico, los habitantes de la región temían a las actuaciones policiales, por sumarios fraguados, abusos de autoridad como otras acciones y desmanes cometidos por representantes de la fuerza amparados en fallas de la propia ley de procedimiento y en la benevolencia de la autoridades judiciales.

En conclusión, se puede considerar que el habitante común y natural de la región, tuvo que soportar la presencia de numerosas bandas de delincuentes, como asimismo un deficiente, injustificable y abusivo accionar policial, que además contaba con la complicidad de la justicia.

Como verán entonces, por aquella época de comienzos del 1900, no era fácil asentarse en la región y poder labrarse un porvenir, aun sabiendo que la Patagonia ofrecía posibilidades ciertas para ello, pero como contrapartida albergaba un sin fin de peligros que dificultaba enormemente el desarrollo de las actividades, de quienes llegaban con la ilusión de asentarse y poblar esta parte de nuestra patria.

Texto: Eduardo Reyes, escritor de Viedma

Las Grutas  —  Río Negro.

 

 

 

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