A la sal le adjudican poderes nutricionales, medicinales, malignos, religiosos y alquimia

 

Le atribuyen a Mahatma Gandhi haber sostenido que  la relación que tenemos con la sal es similar a la que mantenemos con la lluvia, ya que cae del cielo y por ello  nadie tiene porque administrarla ni venderla.

Científicamente, se sostiene que la sal es de las sustancias minerales más abundante en la naturaleza y se la conoce desde tiempos remotos a raíz de su importancia nutricional y medicinal, porque es imprescindible como condimento y para conservar los alimentos.

Pero además le atribuyen significaciones religiosas, poderes malignos y propiedades para las prácticas de la “alquimia” y es entonces cuando se la empieza a considerar para diversos usos.

Claro que no podemos dejar de destacar que la industrialización de la sal comienza previo a la época romana, potenciada luego en la liturgias paganas y cristiana al formar parte de ritos sagrados incluidos los bautismos, la bendición de aguas y otras ceremonias.

La sal tuvo importancia en la vida y civilizaciones del hombre, tanto en lo económico como en lo ritual. En lo económico se ha sabido que se han hallado vestigios arqueológicos referidos a un impuesto sobre la “sal” en la antigua China.

En Roma fue instaurado también un impuesto y el responsable de ello fue apodado “Salinator” por haber hecho subir el precio de la sal que se usaba como elemento de pago y la palabra, “salario” y “asalariado” pasó a ser utilizada por efectuar esos pagos con este producto.

La sal pasó a ser tan importante y valiosa que no solo se pagaban los “salarios”, sino que también se compraban esclavos tanto en Grecia, como en Roma y en África, práctica que en la edad media se extendió luego a Asia como a Inglaterra, China y el Tibet, convirtiéndose entonces y usada como moneda para distintos pagos y negociaciones.

No tardó demasiado que el sistema de utilizar la sal como dinero se haya extendido a gran parte de Europa, Asia y África y el pago por trabajos y funciones se generalizo, aunque claro fue motivo de controversias que incluyó discusiones, conflictos y hasta revoluciones.  Por supuesto que esto provocó que el comercio y negocio de la sal, por las razones expresadas, haya alcanzado  un auge inusitado convirtiéndose en la primera o principal fuente en la formación de capitales europeos, en especial en Venecia que logró gran poder gracias a este recurso y el pescado en salazón.

Antiguamente los pueblos consideraban a la sal ligada a conceptos de fidelidad, hospitalidad, amistad y confianza, aunque no eran pocos los que la utilizaban en sus maldiciones. En la liturgia católica se consideraba un símbolo de pureza por ello en los bautismos el niño recibía unos gramos  del mineral para asegurar su purificación.

En Egipto los sacerdotes no consumían sal pero la derramaban sobre las ciudades destruidas por las guerras y las epidemias para alejar a los demonios. En muchas culturas al salero era reverenciado como supersticioso igual que su contenido. En la Edad Media se le daba tanta importancia a la sal, como al salero o los recipientes con el producto que se ofrecía en la mesa y al que se le brindaba  reverencias supersticiosas.

Los saleros, a veces de grandes magnificencias, eran uno de los regalos favoritos en las bodas y los romanos no colocaban los platos en la mesa hasta que no se ubicara antes el  salero, al constituir esto una ceremonia compleja ya que el resto de los elementos se disponía en relación con este.

En esa época estaba muy arraigada la creencia supersticiosa que verter sal en público, que era un símbolo de amistad, acarreaba mala suerte; por ello quien había volcado el condimento debía arrojar algo de sal sobre el hombro izquierdo, ya que se interpretaba que ese lado era siniestro y allí estaban los espíritus malignos.

En esa misma época la ausencia de un salero sobre la mesa era señal de un presagio, ya que la sal se consideraba símbolo de amistad y por otra parte en la obra “La última cena” de Leonardo Da Vinci, Judas sostiene  en su mano una bolsa y no un cuchillo y no derrama un vaso de vino sino un salero, que según los entendidos quiere significar el momento trágico de la traición que uno de los apóstoles esta por consumar.

En el Quijote, Cervantes afirma que está generalizada la superstición que “derramar sal en la mesa es de mal agüero” y los supersticiosos dicen que esto se neutraliza tirando agua por la ventana, otros sostienen también que se debe tomar algo de la sal derramada y arrojarla sobre el hombro izquierdo y asi se deshace el maleficio.

Un chef muy famoso y  escéptico, Grimond de la Reyniere, sostiene sobre la sal derramada en la mesa que lo más temible y esencial es que no caiga dentro de un buen plato.  Otros afirman que siendo la sal  un producto de tanto valor era lamentable que cayera al piso. Hay mucho aún para hablar de la incidencia de la sal y sus efectos en distintas ceremonias, lo que será otra entrega sobra el tema.

 Texto, Eduardo Reyes, escritor de Viedma

Las Grutas- Río Negro

 

 

 

 

 

 

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