Río Negro: Desenterró un chenque y, cuatro años después, se ahogó en el Nahuel Huapi

 

El luctuoso acontecimiento se entronca con la transformación que tuvo lugar en Bariloche 90 años atrás. El fallecimiento involucró a un integrante de la alcurnia que frecuentaba la zona en coincidencia con el surgimiento de Parques Nacionales.

Hacia 1933, un integrante de los sectores más adinerados de la Argentina frecuentaba la Estancia Huemul, sita en el brazo del mismo nombre de Nahuel Huapi. De manera fortuita, en cercanías de la construcción más importante se encontró un chenque o enterratorio indígena. El descubridor compartió el encuentro con la Universidad Nacional de La Plata, quien envió un arqueólogo de renombre. Cuatro años después, falleció por ahogamiento en las aguas del lago.

El establecimiento en cuestión fue central para la historia que se desarrolló en Bariloche a partir de 1934, porque bajo su techo se cobijó el impulsor de Parques Nacionales pocos años antes de iniciar la transformación del pueblo, hasta entonces de marcado perfil agrícola y ganadero. Fue la primera vez que el abogado y político pernoctó en cercanías de lago tan legendario.

“Exequiel Bustillo nació en Buenos Aires en 1893. Estudió en la Facultad de Derecho de su ciudad natal. Militante en el Partido Conservador, fue diputado de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. Conoció la Patagonia, ya mayor, a los 38 años”, dice en unos párrafos a propósito de la Estancia Huemul Juan Martín Biedma. Los fragmentos están en “Crónica histórica del lago Nahuel Huapi” (Editorial Caleuche-2003).

Con los escritos del propio Bustillo como fuente, escribió que “una circunstancia fortuita lo vinculó, mejor dicho, lo deslumbró y de ahí en más, su embrujo cambió su destino. Su libro El despertar de Bariloche, de fuerte contenido autobiográfico, nos permite recorrer detalladamente, de la mano del testigo más calificado, esta década tan fecunda”, resalta Biedma.

Sucedió que “en la primavera del año 1930, cenando D. Exequiel en el Hotel Ritz de París con el Dr. Luis Ortiz Basualdo y su mujer, Susana Rodríguez Alcorta, la conversación recayó sobre el Nahuel Huapi, comarca que D. Luis describió con tan exaltados adjetivos, que provocaron el interés y el compromiso de Bustillo de visitarla, en fecha próxima”. Después del cónclave parisino, “la ocasión se produjo en 1931. Lo acompañaban su mujer Susana Pacheco Santamarina, su cuñado Carlos Pacheco Santamarina, Antonio Lynch, su mujer Elisa Uribelarrea y sus cuñados Manuel y Magdalena Uribelarrea”, enumera con reverencia el texto de Biedma.

Tan distinguida comitiva se hospedó precisamente, en “la Estancia Huemul, en la península del mismo nombre, condominio del Dr. Aarón Anchorena y sus sobrinos, Carlos, Fermín, Nicolás, Luis y Matilde Ortiz Basualdo. En la gran casa de Huemul, con sus techos quebrados y reminiscencias de la campiña inglesa, cada propietario tenía su propio departamento”, describe el relato.

Para los párrafos que siguen, Biedma tomó fuente observaciones de Ricardo Vallmitjana, que vertió en su artículo “Orígenes de un estilo”. Aportó el barilochense que “el edificio, un look cabin (sic) con amplias comodidades para cuatro familias, fue proyectado por el prestigioso arquitecto británico H.B. Collcut. Comenzó a construirla Primo Capraro, aunque fue concluida por Pedro Longaretti en 1927”.

Sucede que “Collcut nunca visitó el Nahuel Huapi, de manera que la resolución constructiva fue totalmente regional, de Capraro y Longaretti, máxime al ser los materiales empleados en la construcción piedras y maderas de la zona. Los arquitectos hoy en día, al buscar los orígenes de creaciones tan importantes como Llao Llao y el Centro Cívico, evocan a Francia, Suiza, Alemania -Selva Negra- e incluso a Canadá y Estados Unidos. Pero si miramos con atención la casona Huemul, veremos allí el embrión arquitectónico de sus importantes obras en la región”, consideró Vallmitjana.

Sigue Biedma: “Por el nivel de comodidades que brindaba, único en la zona, en ese entonces fue el alojamiento del príncipe de Gales en su visita de 1931 y lugar de reunión de Bustillo y sus colaboradores y amigos cuando inició sus actividades en el Parque Nacional”. Más allá de sus moradores de alcurnia, “otra circunstancia, muy distinta, llamó la atención sobre esta propiedad”.

En efecto, “un hallazgo ocasional, a pocos metros del lago, de un cráneo, trozos de cerámica esmaltada y trece esqueletos humanos enterrados a un metro treinta de profundidad”. Ante la novedad, “el Dr. Carlos Ortiz Basualdo, con buen criterio, informó de este enterratorio indígena a la Universidad de La Plata que en 1933 envió a un famoso arqueólogo, el Prof. Milcíades Alejo Vignati, quien pudo precisar, con los datos recogidos, la ubicación de la Misión Jesuítica del Nahuel Huapi del siglo XVII”, suscribió el autor.

“No creemos que pesara sobre Carlos Ortiz Basualdo la maldición que la creencia popular hace recaer sobre quien remueve un chenque o enterramiento indígena, pero lo cierto es que falleció trágicamente cuatro años después de su descubrimiento al perecer ahogado en el Nahuel Huapi, al volcar la lancha que conducía”, admitió Biedma. “Con su muerte desaparecía un visionario, enamorado del Sur y entusiasta promotor de su progreso”.

Texto: Adrián Moyano, diario El Cordillerano

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