Según lo que se sabe sobre este animal, la especie vive en regiones tropicales de China, África y Asia, aunque también se los ha ubicado en otras regiones del planeta, no tiene dientes y atrapa hormigas y termitas con su fina y larga lengua pejagosa.
Otra de sus particularidades es que tiene hábitos nocturnos y utiliza su olfato para hallar las presas con las que se alimenta. Entre las particularidades de su comportamiento se afirma que pasa la mayor parte del día durmiendo enroscado en posición de bola y precisamente el nombre pangolin viene del malayo “peng-goling”, que significa “el que se enrolla”.
Precisamente, su nombre tiene que ver con su actitud de enrollarse, ya que la adopta cuando se siente amenazado, enrollarse como una bola y utilizando para defenderse las filosas escamas que posee y que controla con sus músculos.
Sus crías nacen con los ojos abiertos, pero igual dependen de su madre hasta los cuatro meses y cuando salen de la cueva en sus primeras incursiones fuera de la madriguera se mantienen muy cerca de la madre y en algunos casos sobre su cola, para que si detecta algún peligro esconderse bajo la madre cuando ésta se enrolla para protegerse.
De acuerdo a documentos sobre el pangolín, afirman que se trata de una rareza entre los animales, casi tan inexplicable como el ornitorrinco y se ha negado que sea el intermediario entre murciélagos y humanos respecto a la transmisión de enfermedades, entre ellas el Covid. Durante la pandemia se sospechó que podría ser el eslabón entre murciélagos y humanos para transmitir el coronavirus y que podría haber sido la clave para la vacuna contra el Covid 19.
Según informaciones brindadas por quienes han estudiado los hábitos de este animal, afirman que generalmente se nueve de noche, es sigiloso y solitario y si bien es bastante raro verlos sostienen que quien logra hacerlo tendrá buena suerte. Los expertos afirman que está rodeado de misterios ya que no se conoce como se reproducen, afirmando solamente que no lo hacen en cautiverio.
Aseguran que, al igual que los panda y los koala, está en peligro de desaparecer, por lo que necesitan máximo protección como se hace en China y algunos países asiáticos y africanos, donde está prohibido cazarlos.
Esto ha generado diversos conflictos en países como China, ya que la carne del pangolín se considera un alimento cotidiano en puestos callejeros durante el invierno, cocinado con vino y arroz fermentado.
De acuerdo a recetas de pueblos de montaña del siglo XVI, para su consumo requiere curarse con sal durante dos días y luego hervirla en agua.
Siempre a estar por las informaciones, investigaciones y estudios relacionados con el pangolín, se sabe que en Asia su carne y escamas son muy apreciados y que solo el año pasado se incautaron más de 130 toneladas de productos relacionados y se estima representan alrededor de 400.000 animales.
Otros estudios de organismos especializados suministran detalles relacionado con los países que consumen su carne y utilizan sus escamas para brujerías o porque se les adjudican poderes curativos, aunque en ningún caso han sido avalados por la ciencia.
No obstante que, a pesar de los estudios, investigaciones y recomendaciones de la ciencia, poco puede con las creencias populares o las culturas de distintas poblaciones, especialmente asiáticas y africanas, donde se consume su carne y utiliza sus escamas con fines medicinales.
En Nigeria, la India y Paquistán, entre otros países, se utilizan para ahuyentar los espíritus malignos y brujerías y como alimento, donde su carne está considerada un manjar, razones estas por las que han llevado a los pangolines al borde de la extinción.
Para culminar, solo podemos agregar que el pangolín es una de las ocho especies prohibidas del comercio internacional, de acuerdo a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora, pero como sucede en distintas partes del mundo la caza furtiva y la venta ilegal persiste.
Por lo tanto, la realidad demuestra que al igual que otras especies el “extraño, misterioso, poco conocido e inocente pangolín corre el peligro de desaparecer.
Texto: Eduardo Reyes, escritor de Viedma
Las Grutas — Rio Negro
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