Mi reino por un caballo. A uno regalado no se le miran los dientes

 

En el excelente libro misceláneo “De jardines ajenos” de Adolfo Bioy Casares se recogen anotaciones que copió a lo largo de su vida en cuadernos: versos breves y fragmentos en prosa que le parecieron muy atinados, muy hermosos o muy absurdos.

Bajo el título “Nuestra patria ecuestre” recopila una serie muy interesante dedicada a frases y refranes sobre los caballos aclarando que son palabras y expresiones de equitación y ganadería que figurada y usualmente se emplean en el lenguaje de los argentinos.  Dice Bioy:

“A rienda corta, tener a alguien: con rigor  /  Al trote, tener a alguien: Imponerle exigencias sin darle tregua.  /  Ancas: Qué ancas las de mi rubia.  /  Andar con el paso cambiado: Errando, equivocándose. Dícese de alguien anda con el paso cambiado cuando todo le sale mal.  /  Anteojeras, tener: Ver al frente y no a los lados. Estar enceguecido por prejuicios u obsesiones.  /  Arriar con las riendas: No es de arriar con las riendas; no se deja mandar por nadie.  /  Azotando A dos lados: urgiendo.  /  Bichoco: viejo, decaído.  /  Bife a caballo: Un bife que lleva encima un huevo frito o dos. Cuando el gordo entornaba los ojos era señal que estaba recordando los bifes a caballo del viejo Ferrocarril del Sud.  /  Boliarse: Caer de espaldas como el caballo que se bolea.  /  Caballo manso, estar en: Pedir a alguien que haga algo que le exigirá menor esfuerzo que a uno. Alcanzame eso, vos que estás en caballo manso.  /  Cabeza a cabeza: Muy parejamente. En el mundo hípico, una llegada donde uno o más caballos alcanzan la meta casi al mismo tiempo.  /  Cabrestear: guiar a otro.  /  Caer parado: Salir indemne de una situación adversa.  /  Corcovear: Reaccionar con enojo.  /  Cordero ensillado: Muy manso.  /  Desbocarse: Dejarse llevar por un impulso.  /  Desensillar hasta que aclare: No alarmarse anticipadamente ante una situación que se presupone adversa (frase utilizada por el General Perón).  /  Duro de boca: Como caballo porfiado.  /  Flojo de concha, de manos: Que tropieza con facilidad.  /  Frisón; Entrado en carnes, obeso.  /  Galopear, galolopeada: Por extensión, suele decirse de prendas de vestir, de aparatos y hasta de personas. Daba los zapatos nuevos a su hijo, para que se los galopeara un poco. Este pantalón está bastante galopeado; está viejo.  /  Hinchar el lomo: Enojarse.  /  Mecetudo: De piernas gruesas.  /  Mancarrón: Caballo viejo, por extensión, persona vieja. /  Mancarse: Sufrir un accidente en una pierna y renguear.  /  Matungo: Como caballo viejo y sobón.  /  Montar el picazo: enojarse (Mi suegro la usaba a veces).  /  Perder los estribos: Dejarse llevar por la ira o el enojo.  /  Potranca: Muchacha.  /  Potrear: Hacer cosas propias de muchachos.  /  Relincharse: entenderse.  /  Retobarse: enojarse.  /  Sacar del tranco: Alterar de su conducta habitual.  /  Sentarse en la retranca: Negarse a lo que es propuesto.  /  Tener de la cuarta al pértigo: De un lado para otro. Tener el nochero encerrado: Si lo deja tal mujer, tiene tal otra.  /  Tordillo, estar medio: Estar canoso.  /  Varas, levantar en: Reprender vivamente, cuando como con un  latigazo el caballo se para en sus patas traseras, entre las varas del carruaje”.

Hasta aquí las citas de Bioy. Yo, salvando las grandes distancias con el autor de “La invención de Morel” agrego la siguiente: A caballo regalado no se le miran los dientes: Aceptar cualquier obsequio por más humilde que sea.

 

Texto: Jorge Castañeda

Escritor –Valcheta

 

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