A lo largo y ancho del país hay monumentos, altares, monolitos, tumbas y referencias relacionados con los más diversos personajes a los que se recuerda, rinde culto, se los venera, se les hacen ofrendas y hasta se les solicita milagros.
Félix Coluccio en su libro “Las devociones populares argentinas” hace referencia a muchos de ellos, además de los de mayor popularidad, como “La Difunta Correa”, “La Telesita”, “El Gauchito Gil”, “Pancho Sierra”, “La Madre María”, “San La Muerte”, Ceferino Namuncurá, Carlos Gardel, María Soledad Morales, “Bairoletto” y varios más, que si bien no son tan reconocidos a nivel nacional, lo son donde transcurrió su vida, por caso “El Maruchito”, Pedrito Farías en nuestra provincia, joven enamorado de la guitarra que se atrevió a tomar la perteneciente al capataz de carros de tropa Onofre Pereda que, enojado por ello y turbado por el alcohol, ultimó al jovencito de una puñalada, cuyos restos descansan en Aguada Guzmán, en Rio Negro, donde lo sepultaron los otros carreros.
Existe además en el lugar una ermita donde no faltan flores, velas y cuadernos en homenaje a aquel niño, quien tiene su fiesta anual.
En su libro, Coluccio se refiere por otra parte a una verdadera constelación de “gauchos milagrosos” que la devoción popular ha entronizado y elevado, en muchos casos, a la categoría de verdaderos “santos”. Lo notable, y si se quiere extraño, es que la mayoría de estos gauchos han mantenido problemas con la Justicia y la Policía, debido a que sus actividades no siempre estaban encuadradas en el marco legal.
Esto a raíz que muchos de ellos robaban a los ricos y ayudaban a los pobres, lo que desembocaba en problemas que culminaba en enfrentamientos con la Policía. Muchos consideran que la muerte violenta es precisamente lo que despierta, primero consideración y posteriormente devoción, que con el tiempo se acentúan.
Se atribuye la razón, a raíz de favores pedidos sobre curaciones, hallazgos de objetos o animales, que a raíz de los códigos culturales en que se desenvuelven se interpretan como milagros. Hay quienes sostienen otras razones en relación a los valores que recibirían los pobres de parte de los robos y fechorías, ya que consideraban que con ello pagaban el silencio o ayudas para huidas o esconderse.
Muy distinta es la apreciación cuando las víctimas son menores inocentes o mujeres que resultaron muertas por diversas razones y distintas circunstancias, pero que disponen del lugar donde se les rinde culto.
En el Noroeste del país, algunos dicen que pasó en Misiones, es muy conocida la historia del “Negrito del pastoreo”, quien de acuerdo a la historia murió azotado por sus patrones, que le adjudicaron erróneamente una falta grave.
La versión afirma que una vez muerto el niño fue arrojado sobre un hormiguero, pero a los pocos días el cuerpo fue hallado milagrosamente suspendido entre los animales del campo. Se dice también que el niño fue azotado porque mientras cuidaba una majada de ovejas se le perdieron tres, por lo tanto ahora se le pide que encuentre animales perdidos y a restañar las heridas de los lastimados.
Historias en el mismo sentido se cuentan en Santiago del Estero debido a que a la vera de la ruta nacional 9 se encuentra la tumba de un niño que ni el nombre se conoce pero la gente deposita flores, juguetes, se le reza y se afirma que ha hecho varios milagros.
Versiones parecidas se cuentan también sobre la muerte de dos niños, Pedro Pablo Sangueso (Pedrito), huérfano, vejado y asesinado a los seis años en Salta y Enrique Gómez, (Enriquito) de 13 años que murió atropellado por una locomotora en Concepción de Tucumán mientras jugaba con otros niños y a quien le adjudican numerosos milagros y, por supuesto, que hay muchos más.
En el capítulo sobre los “Gauchos milagrosos” aparece una lista abundante de personajes que han sido protagonistas de distintos hechos, especialmente reñidos con las leyes, aunque por diversas razones han sido elevados al rango de “santos”. ·Entre ellos, “Bazán Frías”, quien intentó asaltar la cárcel de Tucumán para liberar a todos los delincuentes presos y resultó ultimado en el intento. Con historias parecidas aparecen otros como “Mariano Cordoba”, “El Gaucho Altamirano”, “José Dolores”, “Isidoro Velazquez”, “El Gaucho Lega”, “El Finado Chiliento”, “Julián Baquisay” y “Turquiiña” apodo de José Galarza cuyas andanzas se registran en Corrientes.
Este personaje, al igual que otros muy conocidos, han merecido composiciones poéticas y musicales, como “corridos”, “compuestos”, “retratos” y otras expresiones artísticas.
En el espacio dedicado a las mujeres la lista es encabezada por “La Madre María”, “La Telesita” y “La Difunta Correa” pero se menciona también a un buen número que gozan del reconocimiento popular, en su mayoría vinculadas al curanderismo y a la predicación, como “Irma de Maresco” o la hermana “Irma “ o “Irimita” seguidora de la acción de la “Madre María” o “Prosperina de América, por lo tanto sus adoradores y seguidores les solicitan diversos favores, muchos de los cuales admiten que han sido cumplidos.
Hemos citado aquí una mínima parte de los personajes que han merecido o merecen reconocimientos y la adoración de sus seguidores, pero como la lista es muy numerosa en otras entregas ampliaremos sobre los mismos.
Texto: Eduardo Reyes, escritor de Viedma
Las Grutas — Rio Negro