Un extraño culto. “Lo jerarquizan como el más poderoso de la región”

 

San “La Muerte” pertenece al culto del pueblo guaraní desde el siglo XVI con matices muy particulares, que según la tradición recuerda el 15 de agosto, con novenas, procesiones y cultos esotéricos. Según la tradición, se trata de un “santito” que sus devotos lo jerarquizan como el más poderoso de todo el santoral profano de la región.

Su figura está representada con un pequeño esqueleto humano sentado, que porta una larga y filosa guadaña,  aunque también  se lo muestra en posición  fetal, parado, acostado, en un cajón  o simplemente en un  cráneo en miniatura.  En la creencia popular se afirma que los más poderosos son los que se han hecho en viernes santo o los que se han tallado en una bala que haya matado a una persona, pero se afirma también que en todos los casos no debe ser mayor a los 10 centímetros.

Pero veamos cual es el origen de este santo.  Según la versión popular, hace mucho tiempo atrás existía un rey que, entre otras misiones, era quien administraba justicia en forma ejemplar.

A su muerte, Dios lo llamó y le pidió ayuda para que lo apoye en un tema sumamente difícil, ya que el rey había sido muy justo en sus actos en la Tierra, por lo tanto le encomendaría el cuidado de la vida y la muerte de los humanos. Además de darle el trono correspondiente le mostró una gran cantidad de velas, algunas recién encendidas y otra que estaban por apagarse.

Dios le habría dicho entonces que las que estaban por finalizar de arder eran los hombres que debían morir y que él tendría que bajar a la tierra y recoger sus almas. Por lo tanto se convirtió en el ayudante de Dios para controlar la existencia de los hombres.

De tal manera, y según la tradición, sus devotos se encomiendan  a él en vida para que los proteja en la hora de la muerte.

De acuerdo a las referencias sobre el culto a este santo, aparece una contradicción ya que se sostiene que puede ser utilizado tanto para el bien como para el mal. Si se trata de algo personal se le rezan oraciones los martes y viernes al esqueletito, que se encuentra rodeado de velas rojas consideradas de luto y cuando es para el bien se encuentra acompañado por Santa Catalina y también por algún crucifijo.

Por el contrario, si se lo reclama para el mal estará  totalmente de negro y oculto a la vista de extraños ya que si otra persona lo ve perderá su fuerza milagrera.

En algunas regiones adoran al pequeño “San la Muerte” en casas particulares, como en Resistencia, Chaco.

En ese lugar existe un esplendoroso santuario en la casa de una tal doña Cecilia, en el barrio denominado Villa Libertad y donde el 15 de agosto se reúnen cientos de promesantes, junto a rezadoras y bastoneros del santo quienes realizan una procesión por las calles del lugar.

Esta manifestación es destacada por una inmensa cantidad de velas rojas encendidas, luminarias y gallardetes que le otorga un acento y expresión regionalista, que se manifiesta con la presencia de grupos chamameceros los que se van turnando durante el recorrido, a efectos de no dejar sin música al afamado “esqueletito”.

En toda esa región, además, se efectúan fiestas similares, con mucha música  y asados para todos los asistentes, lo que se financia por cuenta del “santo” a raíz que sus arcas se llenan durante el año y alcanza para que ese día todos los gastos que ocasionen devotos, seguidores y visitas sean afrontados por colectas y donaciones, como por los pagos que hacen muchos fieles a los que el “santito” le cumplió con su deseo, reclamo o pedido.

Los 15 de agosto entonces se honra al “santo”, que hasta algunos curas aceptan como “el santo de la buena muerte”

Texto: Eduardo Reyes, escritor de Viedma

Las Grutas  —  Río Negro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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