Dos científicas y la conservación de la tortuga terrestre patagónica en Río Negro

 

La tortuga terrestre (chelonoidis chilensis) que habita en la región Este de la provincia de Río Negro es considerada una especie vulnerable a nivel nacional por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y por la Asociación Herpetológica Argentina.

Además, está incluida en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

En el ámbito internacional, tras el último taller de recategorización de tortugas continentales de Sudamérica en 2023, el Grupo Especialista de Tortugas Terrestres y de Agua Dulce de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la declaró aún más amenazada, elevando su categoría de conservación a peligro de extinción.

Los principales factores que contribuyen a esta situación son la reducción, modificación y destrucción de su hábitat debido a la expansión agropecuaria, así como el tráfico ilegal de fauna, siendo esta tortuga el reptil autóctono más comercializado en el mercado ilegal de mascotas en Argentina.

Adicionalmente, la introducción de depredadores exóticos, como jabalíes y perros cimarrones ha incrementado la presión sobre estas poblaciones. A su vez en la zona de estudio influye de manera sustancial el gran incremento del turismo debido a las playas de la zona de Las Grutas en la época de mayor movimiento de las tortugas, que suelen encontrarse cruzando las rutas, donde las que tienen suerte de no ser atropelladas, suelen ser levantadas por los turistas que se las llevan a sus casas, generalmente a otras provincias, donde ni siquiera tienen las mínimas condiciones necesarias para sobrevivir.

En su ecosistema, las tortugas juegan un papel ecológico crucial como dispersoras de semillas, favoreciendo la germinación de diversas especies vegetales.

La tortuga terrestre patagónica se reproduce mediante la puesta de uno a cuatro huevos en nidos excavados por las hembras, que luego son incubados por el calor solar durante un período de 12 a 14 meses.

Estos nidos, que son imposibles de detectar a simple vista, suelen ser altamente predados tanto por la fauna autóctona como, en los últimos años, por los jabalíes que tienen un olfato muy desarrollado, no dando la más mínima oportunidad a esas crías de nacer.

Para mitigar estos efectos no deseados, desde diciembre de 2016, la Dra. Erika Kubisch (científica del CONICET y de la Universidad Nacional del Comahue) y la Lic. María Eugenia Echave, pusieron en marcha el “Programa de conservación de la tortuga terrestre patagónica”, destinado en forma específica a la realización de un monitoreo exhaustivo de la población de tortugas terrestres (chelonoidis chilensis) en las proximidades de San Antonio Oeste, con el objetivo de profundizar en el conocimiento de esta especie, que actualmente se encuentra en peligro de extinción.

El monitoreo de la población en San Antonio Oeste, que forma parte del tema de investigación postdoctoral de la Dra. Kubisch, se originó por observaciones de una notable disminución en la cantidad de tortugas en comparación con décadas anteriores, en tanto que –dentro del Programa- la Lic. Echave lleva a cabo su doctorado, enfocado en los disturbios que afectan a esta especie en sus hábitats naturales.

El éxito de la conservación depende de la recopilación de información detallada sobre su historia de vida, áreas de actividad, comportamiento, estado de salud y estructura poblacional.

Para obtener estos datos, el programa cuenta con la colaboración de especialistas de diversas disciplinas, incluyendo médicos veterinarios, ingenieros, físicos y científicos del Centro Atómico de Bariloche y del Instituto Balseiro, quienes han desarrollado dispositivos innovadores para estudiar los movimientos de las tortugas en su ambiente natural.

La investigación se lleva a cabo también gracias al apoyo de diversas organizaciones, como la Fundación Félix de Azara y la Turtle Survival Alliance, además de subsidios y convenios nacionales e internacionales.

Las actividades de rescate, rehabilitación, charlas y difusión son financiadas por las investigadoras con la ayuda de algunas donaciones, al tiempo que ofrecen productos como camisetas y calcomanías alegóricas del Programa, con el fin de poder cubrir los gastos que demanda esta tarea científica.

En estos años de estudio y conservación, el programa ha logrado avances significativos y ha generado información valiosa para la protección de la especie. Se han recogido miles de datos de movimiento, se han marcado cientos de tortugas, se han protegido nidos y se han desarrollado múltiples tesis y publicaciones científicas. Además, se ha capacitado a más de 20 voluntarios que han rescatado más de 90 tortugas.

Gracias al apoyo de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y un subsidio de la Turtle Conservancy Fund, se están planificando nuevas actividades de voluntariado para la temporada de verano 2024-2025. También se está trabajando con las Secretarías de Fauna de las distintas provincias donde habita esta especie, a fin de brindar asesoramiento y trabajar en conjunto sobre este conjunto de problemas.

Las investigadoras hacen hincapié en las múltiples charlas de divulgación del Programa y en encuentros para que eviten la compra de estos reptiles o el retiro de las tortugas de su entorno natural, dado que una vez convertidas en mascotas, no pueden ser liberadas nuevamente en la naturaleza, debido al riesgo de transmisión de enfermedades hacia las poblaciones silvestres.

También insisten con que es vital manipularlas con cuidado para evitar el estrés y la deshidratación y que, en casos de avistamientos en rutas o entornos naturales, recomiendan moverlas con suavidad hacia zonas seguras, siempre en la dirección en la que se dirigían.

Junto con la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Río Negro, las mentoras de este programa, están desarrollando un protocolo para establecer las acciones más adecuadas en situaciones de rescate de ejemplares, ya sea heridos, encontrados en rutas o decomisados.

En el marco de este programa, se han llevado adelante cada vez más acciones de conservación, asesoramiento a la comunidad, rehabilitación de individuos heridos y actividades de divulgación y concientización pública.

Texto: Fernando Frugoni, legislador de Río Negro

Propone declarar de  interés, social, educativo, ambiental y científico al “Programa de Conservación de la Tortuga Terrestre Patagónica” (Chelonoidis chilensis), destinado a la realización de un monitoreo exhaustivo de la población de esta especie en las proximidades de San Antonio Oeste, y que tiene como objetivo central profundizar en el conocimiento de este reptil que actualmente se encuentra en peligro de extinción y destacar la labor científica que llevan adelante desde diciembre de 2016, la Doctora Erika Kubisch y la Licenciada María Eugenia Echave, creadoras e investigadoras de esta iniciativa.

 

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