Una calle en San Antonio Oeste se llama Sargento Andres Rolando, pero… quien fue el

 

Con 24 años, Andrés Rolando se alistó para prestar servicios a la patria en la recién iniciada Campaña del Desierto dirigida por el general Julio Argentino Roca. Fue, casi hasta el final de la campaña, el cabo Andrés Rolando.

Cuando la Campaña del Desierto estaba llegando a su fin, hacía ya algún tiempo que tanto el gobierno nacional presidido por Nicolás Avellaneda y el de la provincia de Buenos Aires gobernado por Carlos Tejedor, marchaban en desacuerdo respecto a diversos asuntos.

Se acercaba el fin de la presidencia de Nicolás Avellaneda. El éxito que había significado la Campaña del Desierto para Roca, ministro de Guerra de Avellaneda, lo había posicionado para ser nominado como candidato a presidente de la nación.

Julio Argentino Roca ansiaba su hora. Era un militar liberal que provenía de una familia tradicional tucumana. Pero también el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, tenía aspiraciones presidenciales y no estaba dispuesto a resignarlas.

Estos asuntos dieron origen a la Revolución de 1880, considerada el último episodio de las guerras civiles argentinas.

Las fuerzas del gobierno nacional que estaban en el sur del país, llevando a cabo la Campaña del Desierto, habían sido desplazadas hacia Buenos Aires y Corrientes a causa de los incidentes ocurridos en Buenos Aires, debilitando las fuerzas de la Patagonia.

El enfrentamiento, signado por la sucesión del presidente Nicolás Avellaneda y la federalización del territorio de la ciudad de Buenos Aires, se saldó con cruentos enfrentamientos que culminaron con la derrota de la Provincia de Buenos Aires, la ciudad convertida en territorio federal y el triunfo de Julio Argentino Roca como presidente de la Nación.

En tanto, todavía quedaban unos pequeños focos de resistencia aborigen en Mendoza, Córdoba, San Luis y Río Negro, que, de a poco se iban extinguiendo.

Quien tuvo a cargo custodiar una franja enorme, desde Bariloche hasta el mar era el coronel Liborio Bernal que comandaba las fuerzas dispuestas para completar la conquista con el personal que quedó en “estas fronteras” ya que la mayoría fue a sofocar la revolución de Tejedor.

Para ello, desde Choele Choel envió una partida hacia la pequeña población de Valcheta. Un destacamento de 100 hombres, entre quienes estaba el cabo Andrés Rolando, que salió en una de las fracciones de 25 soldados cada una.

Desde Valcheta el destacamento tomó hacia el Oeste, es decir hacia Bariloche. En las cercanías del arroyo Maquinchao, encuentran un cautivo de solo doce años de edad de apellido Ibáñez que había conseguido escapar del ataque de un malón. Los soldados lo asistieron con un poco de comida, de abrigo y lo dejaron a buen resguardo. Ibáñez les señaló algunos lugares donde se preparaba la resistencia.

En 1881, tras varios enfrentamientos, de aquellos 25 que habían salido de Valcheta, solo quedaban con vida el cabo Andrés Rolando y tres soldados más.

Llegaron a un paraje llamado Limen Neieu, porque, siguiendo la información de Ibáñez, podrían encontrar allí algún foco de resistencia y decidieron hacer un alto.

Dos de ellos salieron al campo a buscar leña, atacados por más de 40 aborígenes, no tuvieron tiempo de hacer uso de sus armas y fueron abatidos.

El cabo Rolando y el soldado Eleuguía oyeron las detonaciones desde el campamento, entendieron inmediatamente que las armas habían sido capturadas por el enemigo, tomaron sus armas y fueron al lugar de los hechos.

Los ataca aquel número de aborígenes que los superaba y además hacían uso de las armas de los dos soldados muertos.

“Sin embargo –relata el historiador Juan Mario Raona- eso no arredra a los dos valientes veteranos, los que, posesionándose de un cerro, se defienden heroicamente de sus atacantes, los que vista de su resistencia enarbolan bandera de parlamento, pero Rolando y Eleuguía contestan a ese signo pacifico con el fuego de sus Rémingtons. Cuatro indios quedan muertos y un número considerable de heridos. Los salvajes viendo el valor de los veteranos se retiran dejando a los héroes de la jornada. Libres y sanos, gracias a su valor sereno, conciencia del arma que tenían en sus manos y posición que supieron elegir”

Finaliza el relato Raone “Esta acción distinguida, puesta en conocimiento por el jefe de la Tercera Brigada, coronel Don Liborio Bernal ha sido premiada ascendiendo al cabo Rolando a Sargento 2° y al soldado Eleuguía a cabo 1°, comunicado esto en la orden del día de la división”

Finalizada la Campaña del Desierto, Andrés Rolando se radica en Médanos, Pcia. De Buenos Aires ya que allí había adquirido unas tierras posiblemente con las que el ejército le había pagado por sus servicios.

Tiempo después vendió esas tierras. El dinero de la venta del campo, lo guardó en un baúl y allí lo conservó durante muchos años.

Posiblemente por la falta de comunicación en aquellos tiempos, no se enteró que había habido un cambio de moneda y que su dinero había perdido todo valor. Sus hijos y nietos recuerdan que de chicos solían jugar con ese dinero que ya no tenía valor alguno.

Poco tiempo después llega a San Antonio Oeste traído por los hermanos De Vicenzi, influyentes políticos de entonces, uno de ellos, Antonio Domingo fue intendente de la ciudad.

Trabajó en los campos de la zona, haciendo perforaciones de jagüeles, y con el dinero ganado compró una chata de carga y se dedicó al acarreo de mercaderías.

Tuvo 11 hijos de varias compañeras, una de sus hijas, Clotilde Rolando de Espiasse fue una vecina muy querida. El apellido Rolando es uno de los más antiguos de San Antonio Oeste.

Vivió sus últimos años en esta localidad y sus restos se encuentran en la parte antigua del cementerio local con homenajes del ejército.

Cuando se cumplieron 100 años de aquel enfrentamiento, el 24 de abril de 1981, la Municipalidad de San Antonio Oeste, siendo intendente Luis Donato Frey hizo un recordatorio poniéndole el nombre de Sargento Andrés Rolando a una calle del pueblo en el barrio Ensanche Sur.

Aquella chata de carga que usó el sargento Andrés Rolando es la que está hoy en la “Plazoleta de la Carreta” a la entrada de la ciudad, por iniciativa de un habitante de la localidad llamado Hugo Gómez quien se ocupó de buscarla y repararla como también de gestionar lo necesario para la construcción de la plazoleta.

Texto Patricia Capovilla, escritora de San Antonio Oeste

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