Micaela Feldmann, la Capitana, vivió en San Antonio Oeste, Río Negro

Podría parecer un personaje de ficción, pero existió. De las aventuras de la Patagonia a los primeros tiempos de la República en Madrid; de los grupos clandestinos de oposición al estalinismo en Francia al convulsionado Berlín donde el nazismo creció peligrosamente, Micaela Feldmann, “Mika”, vive junto a su marido Hippolyte la gran aventura intelectual e ideológica del siglo XX.

Esta revolucionaria argentina nació el 14 de marzo 1902 en MoisésVille, una colonia santafesina fundada por los judíos que huían de Europa del Este.

Decidida a estudiar odontología, una vez terminados sus estudios en Santa Fe, se traslada a Buenos Aires donde conoce a Hipolyte Hechebehere, joven estudiante de Ingeniería, de origen francés, quien fue su compañero.

Los unió el amor y la militancia política por la revolución social.

Vivían en Buenos Aires, en un departamento en la calle Talcahuano cuando Hipólito enfermó de tuberculosis y el médico de la familia, un camarada del PCO, (Partido Comunista Obrero), le sugiere a Mika que se lo lleve lejos, donde pueda respirar un aire más saludable, si continuaba en Buenos Aires iba a morir y le aconseja que pasen un tiempo en la Patagonia.

Hipólito necesitaba aire libre, clima seco y descanso, pero no aceptaría estos argumentos, el PCO estaba apenas asomando y él formaba parte de la comisión directiva.

Mika llevaba varios días leyendo y tomando nota en la revista La Vanguardia sobre la masacre de los obreros rurales en la Patagonia.

Las fuerzas de seguridad enviadas desde Buenos Aires habían asesinado a más de 1.500 trabajadores y ese argumento podría convencer a Hipolyte para llevarlo a la Patagonia.

La propuesta que le hizo fue: ir al Sur, hacer una investigación en el lugar de los hechos, hablar con los sobrevivientes para buscar información que pudiera ayudar a las futuras organizaciones obreras que habían quedado diezmadas después de las crueles matanzas.

No era una mera excusa, Mika se cuidó muy bien de no mencionar la enfermedad, por lo tanto, esta idea entusiasmó a Hipolyte.

Había mucho que preparar para este viaje, entre otras cosas, iban a vivir del trabajo de odontóloga de Micaela y no tenían el instrumental necesario, ni el dinero para montar un consultorio.

Micaela recurre a su amiga Carolina, quien le presta el dinero con el que compra un equipo de odontología moderno.

En tanto, Hipolyte le plantea que él no tendría nada que hacer en este viaje que les demandaría mucho tiempo y esto lo hacía dudar de que, llegar desde Buenos Aires hasta Santa Cruz, fuera soportable para él.

Micaela le sugiere que haga un curso de mecánica dental, que con sus conocimientos de ingeniería no le resultaría complicado y trabajaría con ella. Así se hizo y, una vez terminado el curso y con todo el equipamiento necesario, en 1926, se embarcan en el buque “Pampa” con destino a San Antonio Oeste, el primer puerto de arribo a la Patagonia.

Cuenta Micaela en el libro “La Capitana” de Elsa Osorio: “Revivimos cuando su tez se ponía rosada, cuando engordaba, cuando su tos se calmaba. Es lo que sucedió en San Antonio Oeste, en aquella casita frente al mar, barrida por los vientos. Tuvimos suerte, nos la ofrecieron la misma noche que llegamos, en la taberna donde comimos, cuando les contamos que éramos dentistas”.

“Uno de los médicos que vivía en el pueblo se había marchado lejos y llegamos nosotros. El alquiler que nos pidió su dueño era razonable, donde estaba el consultorio del médico, instalamos el nuestro y, poco a poco, nos hicimos conocer en la zona”.

“El trabajo, las conversaciones, todo el tiempo para leer, largos paseos por la playa, generosas horas de amor y de sueño. Teo, un perro enorme, producto de vaya a saber de que amores, se hizo inseparable de nosotros”.

“La vida dulce, ancha, sin sobresaltos, Hipólito cada día mejor. Estudiamos a fondo los apuntes que yo había tomado en Buenos Aires, pero todavía estábamos lejos de las tierras de la gran huelga de los obreros que nos habíamos propuesto investigar”.

“Al cabo de un año y tres meses de trabajo (eran tierras y tiempos de fortuna fácil para un profesional), ahorramos lo suficiente como para continuar el viaje. Compramos una chata un poco destartalada, pero que aguantó más de lo que creíamos, como si se hubiera contagiado de nuestro sueño. Subimos a Teo, nuestro equipo y un entusiasmo que habría de llevarnos hasta Ushuaia”

Para 1928, Hipolyte había tenido una notable mejoría, convirtieron esa chata en un servicio odontológico ambulante con la que llegaron hasta Ushuaia.

En 1931 se trasladaron a Europa y tras unas breves estancias en España y Francia se instalaron en Berlín. En Alemania tuvieron una intensa actividad política con grupos comunistas y trotskistas.

Cuando asciende Hitler al poder, derrotados los socialistas y comunistas, por seguridad, dado el origen judío de Mika, se trasladaron a París, donde se relacionaron con el grupo Que Faire, de orientación trotskista.

Hipólito recae, la tuberculosis se manifiesta abiertamente, fue internado y deciden casarse para que a ella se le permitiera visitarlo en el sanatorio.

En España, en tanto, triunfa el Frente Popular y ante estos acontecimientos, se trasladan Madrid fieles a sus ideales.

Se encolumnan en las filas de PUOM (Partido Obrero de Unificación Marxista) en 1936 y combaten en la Guerra Civil Española.

Hipólito murió en el primer combate en el que participaron, y Mika ocupó su puesto.

Por su valor, sentido común y su humanitarismo consiguió las estrellas de capitán. Se convirtió en la Capitana de la 70ª Brigada Mixta. Creó una escuela y una biblioteca para los milicianos en las trincheras.

Será conocida como La Capitana, por ser la única mujer extranjera que alcanzó ese rango en el ejército republicano. También llamada por el enemigo como “la que comanda a los rojos”

En abril de 1937 fue detenida en Madrid e interrogada como trotskista y enemiga de la República. Gracias a las gestiones de sus amigos, fue puesta en libertad, pero ya no se le permitió volver al ejército.

Una vez retirada se incorporó a una organización feminista libertaria para alzarse contra los prejuicios machistas dentro del propio bando republicano.

Permaneció en Madrid hasta días antes de la caída de la ciudad.

En abril del 39 ya estaba en París, pero la inminente toma de la capital francesa por parte de la Alemania nazi y su condición de judía y militante izquierdista le aconsejaron regresar a Buenos Aires, ciudad en la que permaneció hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

Desde 1945 hasta su muerte en 1992 vivió en Francia.

Sus últimos años los pasó en una residencia de mayores.

Desde allí, fue de las primeras en denunciar las violaciones a los derechos humanos en Argentina y en oponerse radicalmente a la Guerra de Las Malvinas.

Ayudó a Julio Cortázar a instalarse en Francia y fue amiga de Alfonsina Storni

Murió en París el 7 de junio de 1992.

A su muerte fue incinerada y sus restos esparcidos (clandestinamente) en el Sena por sus amigos franceses.

Esta mujer, que tuvo una vida que bien mereció que se escribiese una novela, fue la primera dentista que tuvo San Antonio Oeste.

Texto: Patricia Capovilla. Escritora de San Antonio Oeste

Fuentes: “La Capitana”, Elsa Osorio. Diario Clarín. Wikipedia. “La Patagonia rebelde”, Osvaldo Bayer.

 

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