Las diferencias irreconciliables entre católicos y liberales entre 1880 y principio del siglo XX alcanzaron singular relieve en las célebres polémicas y debates en el Congreso nacional, otros parlamentos y las tribunas políticas, cuyos protagonistas fueron representantes sociales, religiosos y dirigentes partidarios de la época signada por los gobiernos de la argentina oligárquica.
Aquella situación se replicó en estas regiones, pese a ser pueblos de frontera y aislados por su lejanía de Buenos Aires, coincidentemente con el desembarco en estas márgenes rionegrinas de los representantes de la Obra Salesiana de Don Bosco, Juan Cagliero y José Fagnano, que iniciaron desde aquí, y muy exitosamente, el proyecto de concretar una gigantesca obra religiosa, evangelizadora y cultural en la Patagonia.
El contexto no fue auspicioso y la llegada de los sacerdotes y religiosas como avanzada de la misión recibieron los ataques e insultos más procaces que se puedan imaginar proferidos por la prensa local y regional, alentados por los gobiernos del territorio y sectores civiles ligados al oficialismo.
Recién por 1902 y 1903, los salesianos abandonaron la línea puramente defensiva de su obra y pasaron a una presencia militante con la creación del Círculo Católico de Obreros y el periódico “Flores del Campo”, donde abundaron la crítica y debates sobre la realidad.
EL LIBERALISMO “ORILLERO” DE PATAGONES
También al padre Fagnano le tocó sufrir el “liberalismo orillero” de Patagones como lo llama el diario “La Unión” de Buenos Aires.
Según el P. Raúl Entraigas, al comentar las campañas insidiosas de los periódicos de ambas márgenes del río Negro, calificaban a todos “de la misma cloaca amarga, cortados por la misma tijera” contra el “cura Fandango”, que era lo menos que le decían a Fagnano.
El historiador P. Pascual Paesa, en su “Vida del Padre Domingo Milanesio, la Cruz en el ocaso mapuche”, sostiene que esta dura y persistente campaña anti salesiana tenía un vocero en Buenos Aires, que era el diario “Sudamérica” y otro en Viedma, que era su par, el periódico “Patagonia”.
Relata Paesa que una noche un grupo de empleados de la Gobernación recorrieron las calles de Patagones gritando insultos e improperios contra Fagnano y las hermanas de María Auxiliadora con su directora Angela Vallese “que debieron levantarse del lecho y ponerse a rezar”.
Las familias más reconocidas de Patagones denunciaron los sucesos en publicaciones de la Capital Federal y desmintieron las acusaciones vertidas con el Padre José Fagnano.
MALTRATOS, AMENAZAS Y EL DESTIERRO
Cuando se erigió la primera parroquia de la Patagonia fue confiada a los salesianos y pasó a ser la iglesia parroquial de Viedma. Consigna el Padre Beauvoir que una chispa convirtió en llamas el altar del monumento al Santísimo en ausencia de quien se había comprometido en hacer el turno de adoración, de las 24 a las 2 de la mañana.
Según el padre Ernesto Szanto en su trabajo “Los salesianos en el país de los Césares” al referirse al tema dice que del incendio “provocado accidentalmente no quedó nada a excepción de las cuatro paredes del edificio y los dos campanarios”.
Parece que este hecho provocó un fuerte disgusto del despótico gobernador Lorenzo Vintter y “muy enojado con los padrecitos de Viedma, entre ellos con el padre Beauvoir”, quien desapareció por esas razones de la ciudad y puso distancia desde Buenos Aires, según dio a entender el propio P. Szanto en la misma obra.
Pero el hecho más resonante y autoritario del gobernador Vintter, quien siempre se había mostrado cercano a los salesianos, es que decidió pasar al extremo de considerarlos enemigos o adversarios.
Las difíciles relaciones con el general “X”, como le decían en voz baja o en las conversaciones y correspondencia entre ellos los salesianos, se transformaron en inexistentes cuando el mandatario, que “confundía el manejo de un cuartel con las relaciones con los religiosos”, decidió relevar de su cargo de Capellán de la Gobernación de la Patagonia, al padre Domingo Milanesio.
El misionero fue citado a la Gobernación para efectivizar su renuncia, mientras al día siguiente ante el juez de Paz con la Policía -según apunta en sus memorias- “fui sometido a interrogatorio, dejado en libertad y se me dio la orden de retirarme inmediatamente del territorio de la Patagonia”. Milanesio puso punto final a esos episodios de antología diciendo: “Yo pasé a Patagones y el Superior me envió provisionalmente a Buenos Aires”.
CUANDO ZATTI ESTUVO CINCO DÍAS PRESO
Esas jornadas desde el 20 al 25 de agosto de 1915, fueron muy bien registradas por la certera pluma del P. Entraigas en su biografía del abnegado enfermero, “Zatti, el pariente de todos los pobres”. Se reflejan allí, el dolor, el estupor y la indignación de los vecinos de Viedma, que contemplaron cómo las autoridades de los distintos niveles del Territorio Nacional se conjuraron para someter a Don Zatti al escarnio de caminar por sus calles escoltado por guardias armados a cumplir cinco días de prisión en el edificio de la cárcel.
La pena impuesta, cumplida la trampa bien armada, fue por haber sido imputado de responsable en su carácter de director del Hospital San José, de la fuga de un encausado alojado allí por la justicia para su curación.
El ataque a Don Zatti fue uno de los tantos que apuntaron a impedir el funcionamiento y/o la clausura del hospital y la farmacia de los salesianos.
El padre Entraigas enumera entre ellos el hostigamiento sistemático de los organismos de salud pública nacionales. Pero no olvidó el juego de los intereses particulares, algunos protegidos por el anonimato y otros con mayor grado de visibilidad que jugaron sus roles detrás de beneficios personales.
Así, de esta forma, llegó a estos pueblos de frontera el conflicto entre católicos y liberales, que reconoció protagonismos-algunos heroicos- juzgados ayer y hoy por la historia lugareña en la que transcurrieron. (APP)
Título original de esta nota del periodista viedmense Omar Nelson Livigni, director de APP Noticias (Viedma): La reacción liberal contra la obra salesiana en Patagones y Viedma entre 1880 y principios del siglo XX.
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